Diario de Mallorca

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En una tertulia a la que acudo muy de vez en cuando, pude observar como el tiempo transcurría hablando de temas variados, pero los asiduos lo hacían sobre personas ausentes y mayoritariamente no especulaban demasiado bien, ¡cuánto da de sí el criticar! La crítica a terceros llena de contenido una conversación y suele entretener a los partícipes. El reproche, alguna comparación odiosa, una supuesta enfermedad de un conocido, dan mucho de sí. Es notorio que los más severos con el comportamiento o circunstancias de los demás tienen una habilidad especial para cuando algo de lo que se habla, les puede afectar a ellos, aunque sea tangencialmente, su profesión, sus relaciones, tienen la habilidad de desviar la charla hacia otro tema, por ejemplo, ¿qué sucederá con el Dombás? «Esto de Ucrania va terminar mal», ¡y lo consiguen! A continuación, el asunto del coloquio deriva hacia la guerra. El criticar y escabullir la crítica no es una costumbre exclusiva de este país, es práctica generalizada en todas partes. Los norteamericanos, maestros en inventar «palabros» llaman a eso hacer «whataboutism», -¿qué hay sobre…? En castellano decimos a esta destreza, «escurrir el bulto», de una conversación que puede inquietar.

En el grupo suele destacar uno que creo padece el síndrome de Hibris (Hybris, en griego antiguo), que consiste en ser exageradamente orgulloso, arrogante, el que lo sabe todo, que desprecia a las personas que le son ajenas y además tienen un exceso de confianza en sí mismo e impiedad hacia los demás. La diosa Hibris era la personificación de le insolencia y de la falta de moderación. Raro es el que se atreve, en el transcurso de la conversación a afirmar algo, a proponer lo que sea. Es más fácil censurar, desdeñar que contra argumentar. Porque nada, aparentemente, molesta más que el desdén.

La crítica destructiva o crítica negativa no la hace sobre la situación, sino que la utiliza como pretexto para dirigirla contra las personas, para calificarlas e infligirles un daño. No tiene por objetivo una alternativa de mejora, sino que acostumbra ser indefinida, genérica y no suele ofrecer alternativas. Mientras que las críticas constructivas proponen soluciones diferentes a los problemas que se exponen, deben ser objetivas y plantear vías de actuación para mejorar una conducta, proponer formas de actuación y de afrontamiento. La crítica constructiva es una oportunidad de avance que se hace de forma asertiva. Quien la hace no señala solamente los errores, no apunta con el dedo solo lo que está mal, lo hace de forma «asertiva», - palabra que proviene del latín -assertus- y significa afirmación sobre algo. La asertividad es una habilidad social que pretende comunicar y defender una posición de manera adecuada y respetuosa con las ideas de los demás. Es comunicar un punto de vista en positivo y desde el equilibrio. La comunicación asertiva debe ser clara, objetiva, transparente y honesta, de esta manera se mejora la comunicación, ayuda a resolver controversias y mejora la capacidad de negociación.

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