En los últimos nueve meses, el sector agrario y ganadero suma dos crisis consecutivas. En un primer momento, por el incremento de los precios debido a una crisis en la cadena de suministros provocada por el aumento brusco de la demanda mundial, justo al salir de la pandemia. Después vino la invasión de Rusia a Ucrania que ha mostrado la enorme dependencia de nuestro sector primario y lo interconectado que está el sistema alimentario mundial. Esta semana Jaume Ribas publicaba un reportaje muy completo en otro medio de prensa balear que resume a la perfección la situación.

Pero aun así, el conjunto de actores públicos y privados, involucrados en el sector, seguimos impulsando iniciativas sin descanso. Estoy convencido de que asistimos a un cambio de ciclo que será positivo en el sector balear. Hemos terminado una semana intensa de trabajo con resultados importantes, y cada una de las iniciativas son por sí mismas esperanzadoras. El martes, la Consellería de Agricultura, el Consell de Mallorca y el ayuntamiento de Manacor firmamos un protocolo para desarrollar y ejecutar las inversiones necesarias para hacer del Matadero de Manacor, un matadero de referencia insular. Sanear y racionalizar el mapa y la situación de los mataderos en Baleares era imprescindible desde hace tiempo y ha llegado el momento de empezar a dibujarlo. Su consideración como «Servicio de Interés Económico General» nos permite intervenir y apoyar su desarrollo. Al protocolo, que calcula una inversión de 1,5 M de euros, le seguirá el Convenio que se firmará cuando se nos entregue el proyecto técnico definitivo. Con el proyecto saldrá la licitación de las obras y el sector podrá contar con un matadero moderno y eficiente y que cumplirá con las todas las exigencias ambientales, de eficiencia energética, y de bienestar animal.

El miércoles el protagonismo lo tuvieron las Cooperativas Agroalimentarias de las Islas Baleares que celebraron su asamblea anual en Eivissa. A pesar del contexto de incertidumbres, es maravillosos comprobar cómo el cooperativismo sigue respondiendo a los retos del sector. Prueba de ello es que en las circunstancias que vivimos en el año 2021, hay 7.700 socios y socias organizados en 33 cooperativas y SATs, que producen por un valor económico de 75 M de euros, lo que implica un aumento del 18,5% en los beneficios cooperativos. Pero además como director general quiero destacar la presentación de forma detallada del Plan Estratégico del Cooperativismo de las Islas Baleares 2022 – 2027. Un trabajo de meses que se ha materializado en una hoja de ruta concreta y decidida.

El jueves hubo doblete. En Eivissa se celebró la IX Jornada técnica nacional sobre fomento y mejora del cultivo de la algarroba. Organizada por la Asociación Nacional de Empresas Innovadoras de Garrofa, la jornada llega en un momento en el que el cultivo vive una época dorada, con un importante impacto en la renta agraria de Baleares pero con la necesidad de debates estratégicos sobre la mesa. El mismo jueves en Menorca, AGRAME convocaba una jornada sobre la negociación de contratos lácteos. Ya sabrán lo que sucede con el precio de la leche, y esta jornada no solo sirvió para abordar un tema de trascendencia para el sector, sino también para presentar el trabajo de AGAPROL, una Organización de Productores de Leche (OPL) que justamente es el tipo de estructura a la que la Ley de Cadena Alimentaria permite asumir la negociación conjunta en nombre de los ganaderos.

Finalmente el viernes tuvimos el momento culmen de la semana, La presidenta del Govern de las Illes Balears, junto a los Consellers de Agricultura, Pesca y Alimentación y Turismo y Modelo Económico convocaban al sector agrario para presentar las enmiendas previamente trabajadas y que suponen algo insólito en la legislación turística a nivel nacional. La incorporación de forma obligatoria de un porcentaje mínimo de producto local en los hoteles en función de su categoría y calculado sobre el volumen total de facturación en alimentación y bebida. Esos puntos porcentuales pueden suponer un estímulo impresionante para un sector que también espera mucho de la sociedad.

Para terminar, me gustaría trasladar tres reflexiones al margen del trabajo y de las actuaciones concretas. La unidad de acción del sector agrario da sus frutos. En el tercer año de legislatura, todos podemos reconocer lo beneficioso que supone tener una Consellería específica que aglutine, de cuerpo y traslade de forma estratégica las cuestiones referidas al sector agroalimentario. Los resultados de la semana nos muestran que precisamente lo anterior, ha permitido estructurar la articulación entre administraciones y empieza a visibilizarse la trasversalidad en la respuesta del conjunto del Govern a un sector que necesita no solo a la Consellería de Agricultura, sino también a la Consellería de Turismo, la de Sanidad y por supuesto, a los consells y los ayuntamientos.