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Pilar Garcés

EL DESLIZ

Pilar Garcés

Felipe VI, un rey frugal

Tenemos un monarca ahorrador y de patrimonio modesto si se compara con las tajadas de los comisionistas y los pufos de la corrupción

Felipe VI, un rey frugal Ilustración de Elisa Martínez

El Rey ha hecho público su patrimonio, que asciende a 2,5 millones de euros, por primera vez en la historia. Yo me he enterado mientras me encontraba en pleno momentazo melodramático de enviar el borrador de la declaración de la renta, cuando toca elegir entre la casilla de que te ingresen la devolución en tu cuenta corriente o renunciar. Es un instante en el que se me suele ir el santo al cielo preguntándome quién debe marcar que rechaza su dinero para que se lo quede la Agencia Tributaria, cavilando que el susodicho o la susodicha contribuyente ejemplar tendrían una buena entrevista. Pensando si tal vez será tan poca pasta que te sientes como liberado al pensar ‘que se lo metan por…’, si será un pequeño chiste que se permiten los encargados de los gravámenes para que no dé todo tanto susto, o que lo ponen para que los paganinis estresados o poco duchos se equivoquen. Me ha llegado a pasar que me sugestiono con que en ese lapso de desconcentración he desistido voluntariamente y le he regalado mi pellizquito a Hacienda, y entonces echo el proceso para atrás y empiezo de nuevo. Soy la Sísifo de los impuestos, pero al final logro subir con mi piedra a la montaña y no volver a despeñarme. Seguro que esto no le ha pasado a Felipe VI, que ha disfrutado de un papeleo premium, para que su estreno en el proceloso universo de la transparencia resulte exitoso. Ahora sabemos que tenemos un monarca ahorrador. Esos posibles, 2,26 millones en depósitos y valores, y 305.000 en arte, joyas y antigüedades, proceden de las retribuciones que ha recibido en los últimos 25 años de los presupuestos públicos, 4,2 millones de euros, o sea, que ha conseguido guardar la mitad. Se le ha de dar la enhorabuena pues, como aseguran los economistas, el estado del bienestar depende del ahorro y él supera con mucho la media nacional. Estará, como todos nosotros, preocupado entonces por la inflación que se ha cebado con las cuentas domésticas, y por los augurios de que este año las familias podrán salvar el 50 por ciento que en 2021. Si el año pasado ahorraron el 11,4 por ciento de su renta bruta, este 2022 reservarán el 6,9. Sería una buena cosa que el Rey frugal hiciera llegar a Pedro Sánchez o a Nadia Calviño las preocupaciones de esas 7 de cada 10 familias españolas que están en su límite de ahorro, se le ve implicado en la evitación de los números rojos.

Habrá quien diga que si don Felipe gasta poco es porque tiene escasos gastos, un privilegiado sin hipotecas y con facturones de la luz y carros de la compra desmadrados que cubre el Patrimonio Nacional con otras partidas. Que se le podría incluso bajar el sueldo. Sin embargo, se debe apuntar que con sus ahorros justo se podría comprar una casita en mi barrio gentrificado de precios inmobiliarios desquiciadamente estratosféricos, muy demandado por las clases medias-altas nórdicas y centroeuropeas que viven como reyes en nuestras costas. No hace falta comparar el patrimonio del monarca con sus homólogos europeos para comprobar que es realmente modesto. Increíblemente modesto, diría yo. Basta recordar los turbios asuntos económicos de su padre cuya investigación archivó la Fiscalía, esos 65 millones regalo de Arabia Saudí que donó a Corinna Larsen. O pensar que los comisionistas Luis Medina y Alberto Luceño cobraron 6,6 millones de dinero público por intermediar en una compra de material sanitario defectuoso en pleno confinamiento. Vamos, que por el tesoro del Rey pa la saca algún aristócrata ni se levanta de la cama, ni se molesta en hacer la llamada al primo del alcalde de Madrid.

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