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Limón & vinagre | Pere Aragonès

El niño barbudo espiado

Pere Aragonès Quique García

Pere Aragonès es el president de la Generalitat de Cataluña. Es necesario empezar así, porque según un reciente estudio de la propia Generalitat, más de la mitad de los catalanes ignoran quién es el president, e imagino que en el resto de España ese porcentaje rondará el noventa por ciento. Me figuro, además, que entre los catalanes que casualmente saben el nombre de su primera autoridad, son mayoría los que están convencidos de que Aragonès es un gentilicio, igual el tipo nació en Calatayud. Si en lugar de preguntar el nombre del president, la encuesta hubiera interrogado sobre sus acciones de gobierno, nadie en absoluto habría sido capaz de responder. Ni siquiera él mismo.

Aragonès es conocido como «el niño barbudo», por una simple y poderosa razón: es ambas cosas. Si hay alguna duda es solo respecto a la barba, que podría ser un postizo para disimular su corta edad. Respecto a su niñez, cabe acogerse al viejo adagio periodístico, ligeramente modificado: si parece un niño, habla como un niño y piensa como un niño, es un niño. Sus exigencias para reanudar la mesa de diálogo son meras excusas; todos sabemos que no piensa adherirse a ella hasta conseguir de Pedro Sánchez un compromiso ineludible y fundamental, la auténtica línea roja: ser agasajado con chuches y Fanta de naranja. Dicho sea de paso, el único que no va a renunciar jamás a la mesa de diálogo es Oriol Junqueras, que en cuanto oye la palabra «mesa», se ata la servilleta al cuello y corre a pillar un buen puesto en la misma, que ya sea de diálogo, redonda o electoral, algo caerá de comer.

Los partidos independentistas andan escandalizados porque han descubierto que los servicios secretos se dedican a espiar. Tanta ingenuidad explica bien a las claras por qué la republiqueta que quisieron inventar murió antes de nacer y por qué el lacismo estaba destinado a ser un hazmerreír. «¡Que escándalo! ¡Aquí se juega!», le suelta a Rick el cínico gendarme Renault en Casablanca, cuando él mismo se sienta cada día a la ruleta. «¡Qué escándalo! ¡Los espías espían a quienes anuncian a bombo y platillo que pretenden romper la Constitución y la convivencia!», diría hoy Renault. A los españoles no debe de parecerles del todo mal descubrir que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no solo se dedica a ayudar al rey emérito a ocultar sus líos de faldas.

El escándalo ha servido para que el niño barbudo tenga un nuevo argumento para postergar la mesa de diálogo, a ver si Sánchez se da al final por enterado y pone Fanta, que siempre sirve vino y los peques se quedan sin beber. Aun así, la cuestión es si vale la pena dedicar esfuerzos a espiar a pobres niños.

- ¡Señor! Hemos interceptado una llamada al presidente de la Generalitat de alguien que dice ser su madre. Dice así: «Pedrito, no te olvides de comerte toda la merienda, que ayer solo te comiste el chocolate y dejaste el pan. Pillín, que eres un pillín».

-Mmm. Sin duda es un mensaje cifrado; pásenlo a los expertos, a ver si logran desencriptarlo. Buen trabajo. Sigan así.

Haría bien Pedro Sánchez en no enojar al presidente catalán y acceder a todas sus peticiones, Fanta de naranja incluida. De acuerdo a su edad, el president catalán reacciona con berrinches y pataletas a quien le lleva la contraria, y aseguran quienes han vivido tal situación que sus chillidos se escuchan en el vecino Zoo de la Ciudadela, con la lógica histeria de los mandriles macho, que lo confunden con una hembra en celo. En cambio, cuando consigue que sus peticiones sean atendidas -la aprobación de un decreto ley, la creación de una embajada catalana en algún lugar remoto, el nombramiento de algún conocido para algún cargo bien remunerado...- se muestra agradecido y lo demuestra con simpáticos saltitos y dando palmas mientras grita «¡bieeen!».

-Señor, el presidente catalán acaba de llamar a un amigo, todavía sin identificar. Ha sido muy breve: «¿Quieres quedar esta tarde para jugar a las peonzas en el parque?».

-Malditos sean esos lacistas, cada vez usan códigos más complicados; ni Alan Turing podría con ellos.

El niño barbudo sale a menudo en TV3, ya que esta y no otra es la función de la televisión catalana, pero como nadie sabe que se trata del president catalán, los televidentes lo toman por un comediante, sensación a la que colaboran sus discursos, más propios del Club de la Comedia que de un político. Los irá puliendo con el tiempo, está en edad de aprender y seguro que antes de finalizar la escolarización obligatoria habrá ganado algún premio de declamación colegial. Mientras eso no ocurra, seguirá dando trabajo al CNI.

-Señor, nuestro infiltrado en el Parlament informa de que el presidente catalán saca la lengua a los diputados de la oposición. Creo que son gestos en clave.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, atiende su teléfono móvil durante una sesión del Parlamento de Cataluña.

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