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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Autocastigo

Me ha dicho el traumatólogo que subir las escaleras es bueno, pero que bajarlas es malo. Significa, pienso yo, que lo que obtienes subiendo seis pisos lo pierdes al bajarlos. Mi psicoanalista vive en un sexto y jamás he utilizado el ascensor, en parte por la claustrofobia, pero también por hacer ejercicio. A veces, cuando me tumbo en el sofá, todavía estoy un poco sofocado.

-Deme tiempo para recuperar la respiración -le digo-, levantando la mano en son de paz.

-El que usted necesite -concede ella.

Y permanecemos en silencio durante los primeros minutos. A veces, mientras callo, hago mentalmente el cálculo económico de esos minutos tirados a la basura.

-No me debería usted cobrar el silencio -digo al fin.

- ¿Por qué? -pregunta.

-Porque no sirve para nada -respondo.

-Eso depende del significado que usted le atribuya.

- ¿Qué significado puede tener? -insisto.

- ¿Me lo pregunta de verdad? ¿No se le ocurre ningún significado para el hecho de llegar asfixiado a la consulta de su psicoanalista?

-Expresado de ese modo… -me defiendo.

- ¿Comienza a vérselo entonces?

-No sé -digo-, quizá sí.

- ¿A qué otros lugares de su vida llega usted sin palabras?

Se me ocurren algunos, pero me resisto a mencionarlos. En realidad, se me ocurren muchos. Lo cierto es que, sin necesidad de ser asmático, vivo asfixiado. Esta asfixia mía es el resultado de la ansiedad. Los ansiosos respiramos mal. Subo a pie las escaleras porque me consuela tener una razón física para sentirme asfixiado, ya que las cosas que más me cortan la respiración son de otro carácter.

- ¿No se le ocurre nada? -presiona la terapeuta.

-No -digo.

-Pues seguiremos el jueves, se nos ha acabado la hora.

Al salir dudo si coger o no coger el ascensor. Bajo andando, para castigarme un poco las rodillas.

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