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Juan Rigo

Desde Paris

Juan Rigo

Una semana

A una semana de la primera vuelta de las presidenciales aquí en Francia nadie se aventura aún en pronosticar, dar los nombres de quienes se verán las caras en el escrutinio definitivo del 24 de Abril. La situación es compleja y aunque podemos dar ya por descartados a siete de los doce presidenciables, los cinco restantes, incluido el candidato Macron, están en un brete, en una posición incómoda, ya que en gran parte están atados de pies y manos a la incógnita de la abstención. Una abstención que se antoja de récord y es, en esa intuición, en lo único en que están de acuerdo todos los comentaristas/analistas políticos.

El Presidente -quien no confirmó el anuncio, secreto a voces, de su candidatura hasta la fecha limite marcada por la ley electoral-, sigue gozando de una prudente ventaja sobre sus inmediatos seguidores. Una ventaja que se ha visto incrementada en el último mes por su actuación al frente de la UE mediando en el dramático conflicto bélico, la brutal invasión de Ucrania por deseo de Putin, haciendo malabarismos para no romper el hilo/puente que sigue tendido entre París/Bruselas y Moscú, manteniendo abierto el canal diplomático. No obstante, la inflación creciente observada desde Enero, que se ha visto incrementada ahora por el problema del suministro del gas y petróleo ruso, y su incidencia en el coste de la vida, en los precios no solo de combustible y electricidad sino también en la cesta de la compra, en el día a día de los franceses, han frenado esa tendencia al alza en la intención de voto. El colchón confortable se ha visto reducido, y ya está convocando a sus simpatizantes a no dormirse en los laureles, hay que ir a votar, apuntando a la abstención como principal rival.

Y quienes se han visto beneficiados de este cambio son precisamente los candidatos que le pisan los talones, a saber, la veterana Marine le Pen, experta en pescar en río revuelto, y el insumiso Mélenchon, que han sabido capitalizar ese descontento popular en los dos extremos del electorado. La líder del Rassemblement National ha conseguido esquivar los torpedos que podían hundir su campaña, la salida de su formación de la «sobrina» Marion Maréchal ( que se ha pasado al bando de Zemmour), sus flirteos con Putin –incluidas financiaciones irregulares - y tirando del carro del populismo ha desmentido cualquier lazo/simpatía con Moscú, y ha ganado puntos prometiendo imposibles, bajadas de impuestos sobre los carburantes, subidas de indiscriminadas de sueldos y ayudas. Promesas demagógicas que sin embargo están dando sus frutos y actualmente ronda el 21% en intención de voto, a solo 7 puntos de Macron. Ella se ve ya pasando el corte del próximo 4 de Abril y se presenta como única capaz de batir al Presidente saliente. Atención, su electorado es disciplinado, voto militante, que podría alcanzar cotas peligrosas si se produce una alianza de la extrema derecha o un pacto anti-Macron.

Con Mélenchon ha ocurrido casi lo mismo y se ha disparado al alza pese a sus devaneos con el Dictador del Kremlin, con un discurso clásico, los culpables son la OTAN y el capitalismo, y una similar batería de regalos, incrementos salariales y bajadas de impuestos para dopar el poder adquisitivo, en este caso dirigido a la extrema izquierda. Ocupa actualmente el tercer lugar del ranking en los sondeos, con un nada despreciable 14% que podría, según la evolución de la abstención, voto favorable a última hora, pasar por primera vez el corte de la primera vuelta y plantarse en la final, entonces entraríamos en una terra incognita, favoreciendo una utópica unión de la izquierda.

De Precresse y Zemmour, de los que tanto se esperaba, siguen mano a mano, empatados en intención de voto, ambos clavados en el 11%, pero parece que el globo se deshincha. Para la candidata de LR la corta, por no llamar irrelevante campaña – mandan las circunstancias internacionales- le ha venido grande, no ha dado la talla pronosticada. De hecho ha acusado a Macron, en plan pataleta, de haberle copiado el programa, sin comentarios. Muchos votantes de su partido del sector moderado centrista se están pasando al bando macronista, mientras los mas radicales apuntan indecisos a Le Pen o a Zemmour.

¿Y qué decir de Zemmour? Pues que la guerra le ha jugado también a él una mala pasada, sus simpatías pro-moscovitas, y su discurso cargado de odio contra la inmigración se ha desvanecido ante la necesidad real de acoger a los refugiados ucranianos. Su Reconquista contra el Islam es un argumento pobre para pasar el corte, y las confusas medidas económicas de su programa son un poco su talón de Aquiles. En este momento nadie le da en la segunda vuelta, solo, de nuevo, el fantasma de la abstención sumado al del voto indeciso podrían darle cancha.

De los siete descartes, los candidatos que no superan el 5% en intención de voto, solo destacar el anunciado naufragio de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que con un ridículo 2,5%, confirma que los habitantes de la metrópoli no lo son todo, Francia no es solo París. En los comicios del 2017 el candidato socialista Benoît Hammon – desaparecido luego en combate, abandonando la política – obtuvo un 6,36%, propiciando la entrada en barrena del histórico PS. Vendida por deudas la mítica sede de Solferino, ¿van a subastar ahora las siglas?

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