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Miguel Vicents

El mural de Artmadams

Sigue la fiebre por el muralismo en Palma. Más de un centenar de artistas firmaron ayer un manifiesto de apoyo al mural de José Luis Mesas en la fachada del hotel Artmadams, envuelto en la polémica desde el principio por ser rechazado hasta en dos ocasiones por la comisión de centro histórico del Ayuntamiento, no obtener la licencia municipal para su ejecución y convertir en simple lienzo un edificio racionalista que ya tenía un valor desde que fue proyectado en 1940 por Guillem Forteza, pese al paso del tiempo y las sucesivas reformas.

En la polémica hay un componente legal y uno patrimonial y artístico. El primero, supeditado a una normativa, es igual para todos, sin excepción, y resulta preceptivo para realizar cualquier pequeña o gran obra en el interior o exterior de un inmueble. No hace falta seguir. Lo contrario es la ley de la selva. Las leyes se modifican por acuerdo de la mayoría, no por imposición particular ni manifiestos. La segunda cuestión es la patrimonial. José Luis Mesas ha ejecutado un mural de gran tamaño sobre la fachada del mencionado edificio aportándole, seguramente, un nuevo valor artístico, pero a la vez negándole su pasado y simbología urbana. Ni Son Armadams es un barrio sin rasgos históricos singulares ni ese inmueble resultaba un espacio neutro. El racionalismo es una arquitectura esencial, donde no hay forma sin función, donde se rechazan los ornamentos gratuitos y las soluciones decorativas. No hay murales, ni motivos florales en cubiertas y balcones. Solo una composición de figuras geométricas y equilibrio. Todo lo que ahora ha desaparecido.

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