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Miguel Vicents

El mar muerto de Pollença

El fondo marino de la zona más cercana a la costa del Port de Pollença es un «fangal» en el que apenas hay vida y donde «es más fácil encontrar escombros que peces», por lo que «se puede decir que es una zona muerta». No se trata de una apreciación personal, ni tampoco del testimonio del último bañista cuyos pies se hundieron en el lodo hasta los tobillos al intentar meterse en el agua. Son las conclusiones del informe sobre el estado de la bahía de Pollença que ha elaborado la entidad Arrels Marines y firman Sebastià Cabanellas y Josep Vives. El diagnóstico no puede ser más catastrófico, porque todas las causas del desastre no se han corregido. Y los expertos alertan de que si no se actúa rápidamente las consecuencias pueden ser similares a las del Mar Menor. Detallan que las causas que han llevado a la bahía a esta situación son los vertidos de aguas residuales continuados; la sustitución y reposición de la arena, práctica que el Ayuntamiento sigue ejecutando sin autorización, como ha publicado este diario esta semana; los fondeos sin control, tónica de todos los veranos; y la baja circulación del agua por la propia configuración cerrada de la bahía y los diques portuarios, un problema que afecta a toda la zona litoral y de la que solo se salvan las aguas que bañan la playa de es Barcarès cuando entra el viento de Norte. No hablamos ya de una regresión de las praderas de posidonia por los vertidos, sino de una ausencia total de vida en los fondos marinos que exige acciones inmediatas si no se quiere que sus efectos se extiendan hasta más allá de la Fortaleza, el punto donde las aguas recuperan su transparencia, es Caló e incluso hasta Formentor. Sorprende que la autoridades medioambientales y las entidades ecologistas de Mallorca no le hayan llamado todavía la atención al alcalde.

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