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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

La simulación

La inclusión de España entre las democracias defectuosas, hecha por The Economist en fechas recientes, ha impactado de lleno en las desvergonzadas proclamas de excelencia democrática de nuestros dirigentes. La partitocracia ha tenido éxito hasta ahora en su estrategia de hacer pasar el sistema político iniciado en 1978 como el no va más en libertad, justicia, igualdad y pluralismo político. En realidad, es un sistema en proceso de degeneración desde hace muchos años, donde han predominado la corrupción económica y la intelectual; donde se han creado unas élites políticas y económicas extractivas de recursos a la población, en las que ha destacado el propio jefe del Estado; una colonización partidaria de las instituciones del Estado. Este sistema goza, merced al mecanismo de seguridad establecido en la Constitución, de la casi imposible posibilidad de su reforma: depende de la voluntad de quienes se benefician del mismo en términos de poder y de recursos económicos; que sólo se podría quebrar si se les aseguraran el mantenimiento de sus privilegios en un nuevo sistema. Quiebra imposible pues el mantenimiento de sus privilegios es precisamente la clave del sistema; el nuevo no sería sino una variante para incautos del primero.

No se puede decir que no hayan existido acontecimientos trascendentes. Contabilizamos, los escándalos de corrupción del PSOE y PP (Filesa y caso Naseiro) y la participación decidida por Aznar en la guerra de Irak con el argumento falso de las armas de destrucción masiva; los atentados de 2004 en Madrid con 193 muertos y miles de heridos; la gestión catastrófica de la crisis de 2008 de Zapatero y la ley de la memoria histórica como revisión histórica de la Transición ; el 15 M y su eslogan «no nos representan»; la victoria por mayoría absoluta de Rajoy, los recortes en Sanidad y Educación en contra de las promesas electorales; la corrupción partidaria puesta al descubierto por la trama Gürtel, Púnica y los papeles de Bárcenas; el inicio del procés en Cataluña; el surgimiento de nuevos sujetos políticos a nivel estatal como Podemos y Ciudadanos; la forzada abdicación de Juan Carlos I tras el escándalo de Botswana; los dramáticos y anticonstitucionales acontecimientos de setiembre y octubre de 2017 en Cataluña promovidos por el independentismo; la aplicación del artículo 155 de la C.E., su fracaso tras su breve aplicación en el tiempo; el escándalo de los Eres en Andalucía protagonizados por el PSOE; el surgimiento de Vox; la moción de censura destructiva contra Rajoy apoyada por EH Bildu, PNV, ERC, PdeCAT, Compromís, Unidas Podemos y PSOE; la formación de gobierno entre PSOE y UP tras las elecciones de noviembre de 2019; los estados de alarma inconstitucionales durante la pandemia.

De todos estos acontecimientos, ninguno ha servido para cambiar, no ya el sistema político, a todas luces degenerado y corrompido, ni siquiera para eliminar de la C.E. la inviolabilidad del Rey como jefe del Estado. El PSOE no se ha atrevido a proponer su eliminación en el Congreso y el PP apuesta por mantenerla sin siquiera explicar los argumentos que sustentan para ello. El sistema ha pasado, sin solución de continuidad, de un bipartidismo imperfecto a un sistema de cuatro partidos estatales y una cohorte menor de partidos regionales. De una alternancia en el poder entre PSOE y PP más o menos centrada y socialdemócrata, a una polarización política entre izquierda y derecha. Del golpismo nacionalista catalán, la indolencia de Rajoy y el gobierno de Sánchez con UP apoyado en quienes quieren destruir el Estado, ha surgido con fuerza Vox que, tras la crisis de Casado ha alcanzado ya el empate técnico con el PP en las encuestas electorales de este mes de marzo. Vivimos en una simulación, como la descrita en El show de Truman, película interpretada por Jim Carrey. El personaje cree vivir una vida plena cuando en realidad vive encerrado en una ficción, de la que no se puede salir. Vivimos en la cárcel simulada de todos nuestros derechos y libertades como un hámster en su jaula; movemos continuamente la rueda giratoria pensando que hacemos grandes cosas, no sólo para mantener un buen tono físico, movemos a la sociedad y el mundo, cuando en realidad sólo movemos una rueda en el interior de una jaula, el sistema político.

¿Qué simulación es ese llamado gobierno? ¿Qué gobierno es ése con un presidente que, un día dice que no enviará armas ofensivas a Ucrania y apuesta por la paz y la diplomacia de precisión de su ministra Irene Montero y al día siguiente anuncia que sí la enviará inmediatamente, con el argumento de su evolución al ritmo de los acontecimientos? ¿Qué gobierno es ése en el que una ministra, Belarra, moteja al partido del presidente, de partido de la guerra, para desdecirse a la mañana siguiente? ¿Cómo confiar en un gobierno en el que su presidente se compromete a ir aumentando el presupuesto de defensa hasta el 2% del PIB cuando su socio de UP se manifiesta radicalmente en contra? Confusión en las cifras de Defensa. El presupuesto para 2022 es de 10.152 millones de euros (un 0,8%del PIB), pero hay que sumarle los gastos sociales de las Fuerzas Armadas, equipación, CNI, clases pasivas, Industria Militar, hasta un total de 22.800 millones de euros (un 1,8%). Dice Sánchez que habrá que aumentar más de 7.000 millones hasta el 2%; pero no nos explican con detalle las partidas presupuestarias en términos de homogeneidad con el resto de miembros de la OTAN. En un momento clave y trascendental en la historia de Europa y España, ¿cómo podemos permitirnos la frivolidad de un gobierno dividido en dos frente a una guerra que marcará de forma sustancia el futuro de Europa y, por tanto, el nuestro? Se acabó el sueño de una Europa kantiana dirigida por Alemania que creyó que el futuro estaba en el soft power de la razón y se puso en las manos energéticas de Rusia y en las industriales de China. Han vuelto Hobbes, la geopolítica y el clavo ardiente de la energía nuclear, ahora customizada como verde por la UE, cuando no hay solución segura ni para los residuos. Así funcionan los vientos de la historia. Tras el sueño de la razón se reblandece la musculatura; cuando vuelve la geopolítica se impone de nuevo la fuerza de las armas. El gobierno es pura simulación a la que se agarra Unidas Podemos para sobrevivir. Una estafa. 

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