Diario de Mallorca

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Está claro que la aberrante situación que padece Europa por la invasión Rusa a la Republica de Ucrania ha apartado de la información general la importancia de la aportación de fondos europeos para la reactivación de sus economías, Fondos Next Generation, que en el caso de España, 140.000 millones suponen un sustancial revulsivo que debe aminorar el daño causado por la epidemia. Por ello, a pesar de la preocupante de situación en Ucrania, es conveniente no descuidar este asunto en el que nos arriesgamos a perder mucho. Es necesario ocuparse de ello, recordar que el tema sigue pendiente, aportar ideas, trabajar y presentar proyectos serios y coherentes según las directrices marcadas desde la Unión. Me temo que no se está haciendo el trabajo necesario para presentar en tiempo y forma las solicitudes de fondos para esos proyectos. Priorizar la recuperación e intentar amortiguar el devastador efecto de la pandemia, con una sustancial aportación de recursos a la economía, debería de ser un tema preferente. Modernizar el sistema productivo de nuestro país, fomentar el crecimiento empresarial, recuperar la economía, es objetivo prioritario e irrenunciable. La aportación para España, que quiere hacer la Unión Europea, de fondos Next Generation es de las más importantes, sin embargo. La tardanza en que se están presentando proyectos y solicitudes, desarrollando programas induce a pensar que el sistema de gestión que se ha implantado no es suficientemente ágil. En consecuencia, nos estamos quedando atrás.

La burocracia europea es farragosa y la española lenta. Las convocatorias deben ser publicadas desde los ministerios directamente o a través de, las administraciones autonómicas o locales según la materia y la importancia del proyecto. El sistema prevé, también, una colaboración público-privada, colaboración que se ve complicada por la tardanza en las anuncios, las exigencias de plazos que impone la administración, que rigen para el empresario, pero no para ella. Todo ello supone que las cantidades estipuladas para al Estado español se encuentren, en cuanto a su asignación, por debajo de las cifras asignadas. Por ejemplo, este pasado año solo 5.000 millones de los 140.000 previstos han llegado a Bruselas en forma de propuesta, lo que equivale a un 2% del total disponible. El ritmo de España es lento en comparación con otros países. Francia, ya ha conseguido un desembolso de 29.000 millones, lo que equivale al 30% del total puesto a su disposición. Si se tiene en cuenta que España es uno de los países a los que más fondos se han asignado y, que se ha hecho menor uso de ellos hasta el momento, es evidente que la comparación nos pone en evidencia frente a la Unión Europea y ante nuestros socios europeos.

El sistema que se sigue para las convocatorias hace difícil que las empresas e instituciones puedan llegar a los fondos dotados para reactivar la actividad económica. Se deben acelerar los ritmos de la administración, la publicación de las convocatorias, el estudio de los proyectos, de lo contrario no se aprovechará esta oportunidad para reformar la actividad productiva y desarrollar la economía. Los gobiernos deben de implicarse más, facilitar a las empresas, a los ayuntamientos, los trámites para presentar los proyectos de la forma adecuada a las normas que se exigen para llegar a obtener de estos fondos, acercarse al tejido empresarial e institucional con la información y ayuda necesaria para que los proyectos lleguen lo suficientemente bien preparados para que no queden olvidados en un cajón sin destino.

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