La misión de una televisión autonómica, igual que la del resto de empresas del Estado, es generar productos que sean de servicio público. En el caso de IB3, según afirman sus principios generales, su misión es divulgar conocimiento, difundir valores humanos, promover la cohesión social, cooperar con la educación y la cultura… Todos ellos principios de gran importancia para los cuales es fundamental un hecho: la producción de contenidos, es decir, lo que se llama producción propia.

La sana intención de los principios generales del Ente se está viendo vulnerada por un grave recorte en el presupuesto que IB3 dedica a este tipo de producción, que incluye programas, ficción, documentales, etc. Todo ello en una radiotelevisión que tiene 33 millones de presupuesto, el más bajo de todas las televisiones autonómicas de FORTA, la Federación de Organismos o Entidades de Radio y Televisión Autonómicos. La radiotelevisión de Aragón, una comunidad autónoma con la misma población que Baleares, tiene un presupuesto de 50 millones de euros. Casi 20 más que IB3. También en lo que se dedica a producción de contenidos esta televisión nos supera: ellos invierten 15 millones de euros en producir contenidos para sus espectadores. Nosotros, este año, 7,2: menos de la mitad.

Esto no siempre ha sido así. Hasta 2019 se produjo un incremento en la inversión en producción propia, que fue acompañado de un incremento también en la audiencia: los espectadores reconocieron esta mejora en la inversión y en la parrilla y le dieron apoyo. Sin embargo, desde entonces, el presupuesto para producción propia ha bajado cuatro millones de euros.

No se trata de un hecho puntual, sino de una tendencia fruto de una decisión del Govern de les Illes Balears que, si sigue por este camino, conseguirá dilapidar el buen trabajo que se ha hecho consiguiendo subir la audiencia de IB3 hasta el 5%. Sin apenas programación nueva y llenando la parrilla de repeticiones, los espectadores desaparecerán y se irán a otras cadenas. No parece muy inteligente haber hecho este esfuerzo para, ahora, dejar que desaparezca.

La bajada en la inversión en programación no sólo afecta a los espectadores, y gravemente, sino también al tejido industrial audiovisual, ese al que el Govern le gusta decir que apoya. Si no se produce contenido, las empresas, que ya están en situación precaria, lo estarán aún más. Ya se está produciendo una fuga de profesionales que se van a otras comunidades autónomas o que, directamente, abandonan el sector, para dejar de ser trabajadores de segunda.

La televisión balear no ejerce su función como ente autonómico. La parrilla de IB3 Televisión carece de programas infantiles. No tiene ni un solo espacio juvenil. Tampoco programación de contenido cultural, ni social. Los fines de semana la programación se transforma en un cúmulo de redifusiones, ante la evidente y lesiva imposibilidad presupuestaria de generar más contenidos. El Govern debe dar marcha atrás en su decisión del recorte, y debe hacerlo ahora para que, cuando dentro de unos meses se acaben los programas que están en nevera, pueda haber algo más que ofrecer a los espectadores.

La escasa y limitante dotación presupuestaria de IB3 -repito, la televisión más barata de toda la FORTA-, no es el único problema del audiovisual balear. Tampoco es la única evidencia de que el Govern no cree, hoy por hoy, en una industria en la que el resto de comunidades autónomas, con más visión estratégica, han decidido apostar con fuerza. El Institut d’Indústries Culturals de les Illes Balears, el ICIB, es otro ejemplo flagrante de limitación e inmovilismo. Pero de eso ya hablamos otro día.