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Jenn Díaz

Pensar ‘con’ el cuerpo

Pienso en la gravedad de que haya tantas mujeres en el mundo odiando sus cuerpos, haciéndose daño cuando hablan ‘con’ sus cuerpos

«No podemos vivir 90 años enfadadas con nuestro cuerpo». Lo decía Anna Freixa hace unos días en una entrevista. Emma Thompson, en la Berlinale, volvía. «Nos han lavado el cerebro para que odiemos nuestros cuerpos». Años atrás, Adrienne Rich se preguntaba si la mujer podría empezar a «pensar con su cuerpo». «No conozco», escribía, «a ninguna mujer para la cual su cuerpo no sea un problema fundamental». «El miedo», escribía, «el miedo y el odio a nuestros cuerpos muchas veces nos ha estropeado el cerebro».

El confinamiento modificó la autopercepción de los cuerpos de gran parte de la población porque no los teníamos que exponer a la mirada ajena, hostil, de la sociedad. La presión estética se relajó, en algunos casos. En otros, en cambio, bajar el ritmo les hizo angustiarse porque podían ganar peso. Los trastornos de conducta alimentaria han sido la realidad de muchas mujeres jóvenes de nuestro país, como respuesta al confinamiento más estricto. La fiebre por hacer deporte dentro de casa fue subiendo semana tras semana. En un sentido o en otro, había un impacto sobre este odio al cuerpo del que han hablado y escrito Anna Freixa, Emma Thompson o Adrienne Rich. Un odio que puede afectar a todo el mundo pero que, como en tantas otras cuestiones, se ensaña especialmente con mujeres de todas las edades.

Pienso en la gravedad de que haya tantas mujeres en todo el mundo odiando sus cuerpos. Hablando desde fuera de sus cuerpos, haciéndose daño cuando hablan con sus cuerpos. Cuando utilizan la mirada cruel ante el espejo, en lugar de una mirada amable, maravillada, ante unos cuerpos que les funcionan perfectamente, que no tienen ningún problema, que son perfectos tal como son. Pienso en todos los cuerpos, válidos y preciosos, que no reciben la validación de los otros ni la propia. Y pienso con ternura, después de ver la exposición sobre su vida en el Ideal, en un cuerpo concreto: el de Frida Kahlo. Una de las mujeres que más ha pensado desde su cuerpo, desde el dolor de su cuerpo. De un cuerpo que se convirtió en su identidad artística y personal, que la hizo la persona que fue.

Y pienso también en tu cuerpo, que me lees, quien seas: háblate bien, mírate bien. No es que no podamos estar 90 años enfadadas con nuestros cuerpos: no lo tenemos que estar ni un segundo.

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