Diario de Mallorca

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Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

Extraño ejercicio

Paso algunas tardes entre la vigilia y el sueño. Verán, me siento en mi sofá preferido, con un libro que me interesa entre las manos, y me pongo a leer. Al rato, y por apasionante que resulte la lectura, se me cierran los ojos y dejo el libro a un lado, con un dedo entre sus páginas, señalando el lugar en el que me he quedado. No es raro que sueñe algo relacionado con el tema del volumen. Me despierto al poco y continúo la lectura. Tampoco es raro que introduzca en ella algo de lo soñado, aunque sólo sea el tono, la atmósfera. Con eso basta. Significa que los materiales del libro se trasladan al sueño y los del sueño a la vigilia. Resulta entretenido, turbador a veces, y siempre creativo.

Dura este ejercicio unas tres horas: como desde las 16.00 a las 19.00. A lo largo de ese tiempo, atravieso la frontera entre la realidad y la alucinación, en ambas direcciones, 15 o 16 veces, quizá más. El tránsito es tan rápido que, en ocasiones, no sé de qué lado me encuentro, si del de allá o del de acá. He descubierto, por si fuera poco, que tanto el estado de vigilia como de sueño tienen grados. Significa que puedes estar a medias despierto o a medias dormido, lo que contribuye a la confusión de territorios. A veces, sin dejar de hallarme en el sofá, estoy dentro de una novela o sin dejar de estar dentro de una novela, me encuentro en el sofá. Me desdoblo, en fin, me disocio, me convierto en dos y esos dos van y vienen, se cruzan, se saludan. Tampoco es raro que se den las buenas tardes.

- ¿Todo bien por el lado del sueño? -pregunta el que viene de la vigilia.

-Perfectamente -responde el que viene del lado del sueño-, gracias.

A última hora, después de este extraño ejercicio que no se parece ni al yoga ni a la meditación trascendental ni a la relajación muscular, suelo ver un telediario. El telediario, observado desde el estado de conciencia adquirido en las horas anteriores, parece un delirio. Claro que también el microondas, a la luz de ese estado, parece un artefacto loco, aunque eficaz, cómo negarlo. Me acuesto pronto y al cerrar los ojos vuelvo mentalmente al libro que estaba leyendo y a medida que me introduzco en él, se introduce el sueño en mí.

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