Diario de Mallorca

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Alex Volney

Troglodytes troglodytes

Hay amistades que duran toda una vida. Nada es más gratificante que conservar una buena amistad. No tiene precio. Pasan los años y repetimos la misma ruta y en la misma compañía. Volvemos a los mismos lugares y los buenos recuerdos son hoy muy agradables sorpresas. Los pequeños detalles que demuestran que el mundo puede seguir rodando. Lo buscábamos a él. Un animalillo muy concreto y prácticamente único.

Es una de las avecillas más pequeñas que viven en Mallorca. Tiene el color de la tierra en el dorso y es rechoncho. Su cola bien corta, siempre en erección. Su nombre científico ya lo indica. Habita y hace sus nidos en cavidades o en pequeños agujeros en las rocas o en algún montón de leña cortada. En épocas de cría su actividad frenética le permite tener a dos o tres hembras.

En Mallorca es el llamado passaforadí, también caragolet o fraret. Lo bautizaron del griego «el que vive en las cavernas». Lo hemos visto de una mata espesa salir pitando o volver de donde el agua gotea, como un rayo. Linnaeus (1746) lo describre como «pájaro grisáceo muy movedizo, alas con ondulaciones negras y grises».

Está presente todo el año en Mallorca, es sedentario en la isla. Algo rojizo y jaspeado transversalmente. Color tierra en el dorsal y más claro en la zona ventral. Garganta y cejas blanquecinas. Su apariencia es totalmente redondeada.

Muy activo, se le puede ver incluso escarbando en tierra. Cuando abandona su refugio lo hace en vuelo rasante y directo. Muy rápido. Corretea en campos floridos buscando insectos terrestres, o en bosques de abundante vegetación y desde el nivel del mar hasta partes superiores de espesuras. Tiene preferencia por los barrancos y los fondos de valles umbríos. Cría en buena parte de Europa y parece que en Menorca no se encuentra de forma habitual. Constantemente en movimiento. En invierno no es tan exigente y puede aparecer en cualquier zona con mucha vegetación, después volverá puntual a los barrancos para reproducirse. No es un animal fácil de ver, pero es frecuente en determinadas zonas. Se le ha visto en Eivissa i Formentera. Entre nueve y diez centímetros es la talla de este personaje. Emite un «tec-tec-tec» seco y continuado solo cortado por el reclamo «trrrrt» en un potente canto que inicia y acaba de forma brusca. Se le puede oír cantar los días apacibles de invierno, de calma absoluta.

Construye un nido esférico con musgo y finas telas de araña. Puede hacerlo entre la vegetación, en los montones de troncos cortados y sobretodo en grietas o en cavidades en las rocas o bancales. También en paredes cubiertas de hiedra. Entre finales de abril y junio suele ponerse en marcha para luego incubar unos 16 días. Antiguamente se creía que el macho, que construye diversos nidos, daba a elegir uno de ellos a la hembra, pero los estudios más recientes ya confirman que es habitualmente polígamo y puede estar con dos o tres hembras a la vez y a las que, mientras incuban, servirá frenéticamente los arácnidos y gusanos que va encontrando. Cría en dos puestas. Sus minúsculos huevos no superan una uña de meñique. Lisos y brillantes en puestas de cinco a ocho que se verán cuidadosamente tratados sobre ese verde tapiz y paredes forradas casi artísticamente cuando eclosionarán los casi microscópicos polluelos.

El otro día volvimos, un grupo de personas (conservamos nuestra amistad desde que éramos niños) a las que la naturaleza nos hace coincidir siempre en lo mejor. Repasamos la ruta ya conocida, unas cuantas veces, en este tramo de vida de cuando el mundo era algo más sostenible. Visitamos con estricta prudencia ese rincón que ustedes pueden ver en la foto y que conocimos hace ya más de cuarenta años. Fíjense en la pared, a unos dos metros, la cavidad con el renovado nido, cada año, de esta criatura única. Frágil y decidida, persistente y aplicada en el rol que la naturaleza le ha adjudicado y que nosotros los humanos debiéramos seguir respetando, día a día, para que no llegue nunca lo que nosotros llamamos civilización, a su vecindario. Su pequeño refugio le garantiza, años tras año, la descendencia que ha ido heredando esa habilidad convirtiendo la necesidad en virtud. Un ejemplo fabuloso de adaptación que simplemente queríamos compartir con ustedes. Todo era eso.

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