Diario de Mallorca

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Aprovechando la publicación de Sobre el anarquismo (Capitán Swing), de Noam Chomsky, he recordado el grado de selectos seguidores del intelectual norteamericano, sobre todo entre lingüistas y sociólogos. Más allá de su teoría moderna sobre la lingüística que arrinconó los planteamientos caducos de Locke y Hume, me han interesado más los artículos de combate del profesor emérito de Lingüística del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Ha firmado textos brillantes y muy actuales sobre la política exterior norteamericana, el capitalismo de Estado y los medios de comunicación dominantes. Un brillante outsider muy considerado entre las élites universitarias de Estados Unidos, y por tanto con más influencia en Europa que en su país. De hecho, es el pensador vivo más influyente en la cultura occidental. Un estudio del prestigioso MIT demostraba que era el autor más citado en los libros y revistas, y el octavo, incluyendo los muertos. La lista, poca broma, de los diez primeros es: Marx, Lenin, Shakespeare, Aristóteles, la Biblia, Platón, Freud, Chomsky, Hegel y Cicerón.

De pensamiento socialista libertario, Chomsky, que acaba de cumplir 93 años, siempre ha desvinculado su actividad científica de su activismo político, sin esconder su afiliación al anarcosindicalismo y al IWW (Industrial Workers of the World). El libro que estrena en 2022 reúne algunos de sus ensayos que proporcionan una visión distintivamente optimista del anarquismo. Refutando la noción del mismo como una idea fija, Chomsky sugiere que se trata de una tradición viva y en evolución. Disputa las acostumbradas líneas divisorias entre anarquismo y socialismo y hace hincapié en el poder de la acción colectiva, en lugar de la individualista. Además, el libro incluye una inteligente entrevista con el autor, en la cual evalúa en retrospectiva sus escritos sobre el anarquismo hasta hoy. Un pensamiento activo que desafía y provoca cómo tienen que hacer los bonos intelectuales.

Sus trabajos sobre los mass media antes de las redes dejan clara la premonición de los grandes pensadores. El anarquista más famoso del mundo tiene uno de los mejores aforismos sobre el tema: «La propaganda es a la democracia lo que la represión es a un Estado totalitario».

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