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Alex Volney

Otra lectura

Las semillas, auténticas o transgénicas, también tienen fecha de caducidad. Hay que elegirlas bien. Nunca precipitarse.

Las últimas semanas se han hecho públicos unos datos desde la Cegal, desde Madrid, que algunos medios locales han acogido con tanto entusiasmo como ignorancia absoluta del sector. Ese desficio por la noticia fácil. Como cuando anunciaban hace más de veinte años el final del papel, del formato clásico del libro. Anunciados pomposamente por los oráculos que, desde fuera del sector, pretendían crear al «nuevo lector» desde cero. Como saben en el formato e-book no ha habido cambios, sigue estable dentro de la normal, y discreta, convivencia con el formato papel. Por supuesto que existen lectores que pasaron al nuevo soporte, pero no tantos y siguen vendiendo humo aquellos que cultivan la desestabilización en un sector que sufre profundos y continuos cambios. Se sigue reconfigurando el panorama una y otra vez. Nada está cerrado a menos que hablemos, con seguridad, que ninguna persona viva hoy va a ver desaparecer el Libro.

El libro es ese invento insuperable, como la cuchara de plata, las tijeras o la rueda, que son, en su esencia, irremplazables.

El órdago que se ha lanzado desde la capital del estado supone una fiesta aparte de un sector empresarial muy concreto. Así como se hizo desaparecer el ‘audiolibro’, sí, ese viejo formato tan útil para los mayores, a finales de los noventa, porque «perdían» cuando era una iniciativa genial y celebrada por los más mayores, y ahora se vende el cuento, otra vez, de la novedad del formato audio intentando crear siempre mercados desde fuera del sector librero o muy al margen. Amén de campañas en los kioscos por parte de algunas marcas a espaldas de las librerías o esas grandes superficies que saldan junto a los calcetines y las bragas, libros, (normalmente infumables), vulnerando la ley del precio fijo.

Para sembrar incertidumbre primero hay que preparar el terreno. Esos elementos conservadores de la vieja táctica de la venta de humo siguen practicando un deporte rentable hasta que algunos conectamos e interactuamos aunque más que tocar tierra, bajemos al fango. Viene al caso por las últimas declaraciones de un «año histórico en ventas» para la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros y que, resulta, ha sido anunciada dando la espalda al Gremio de Libreros de Madrid que tiene datos bien reales, y distintos, y que en la hora de su publicación ni habían cerrado el 2021, ni podían hacer un balance mínimamente serio del mismo. Desde la presidencia del gremio de libreros madrileño se ha confirmado que es mentira. Ellos no han comunicado nada en ese sentido. «No hemos cerrado año y a unos les ha ido ‘bien’ y a otros ‘peor’». Van por delante, una vez más, los intereses de determinados grupos en inventar tendencia en plena pandemia y en un año, otra vez, muy complicado en el que las librerías van a medio gas por las obvias restricciones que afectan al conjunto de sus actividades que no se centran únicamente en vender.

Cuanto más incierto es el camino, más hondo se siembra la semilla del bulo que como todas las manipulaciones no terminan nunca de germinar bien.

(Continuará)

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