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Amparo Zacarés

Jugar y avanzar

Ahora se diseñan juegos para dar a conocer la contribución que las mujeres han tenido en las artes, en las ciencias y en la cultura

Así dicho, con el haz de posibilidades que ofrecen los infinitivos, parece que jugar sea solo una cuestión de estrategia. En gran parte sí lo es, sobre todo desde que la teoría del juego puso de manifiesto las propiedades matemáticas que se pueden encontrar en los problemas políticos y sociales. De hecho, uno de los pasajes más citados entre escritores y economistas al referirse a la utilidad de un juego, es aquel en el que Lewis Carroll, en Alicia en el País de las Maravillas, menciona la importancia de reducir cualquier tipo de ambigüedad para determinar bien hacia dónde se quiere ir. Me refiero a aquel pasaje célebre en el que Alicia le pregunta al Gato de Cheshire «¿quieres decirme, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?» Y éste, con una de sus grandes sonrisas, le responde que «eso depende mucho de a dónde quieras llegar». A lo que ella, con cierta desidia, contesta que no le importa mucho saberlo y que ni se lo plantea. Y es aquí cuando, a fin de poner coherencia y lógica, le replica que «entonces es indiferente por el camino que vayas». Con ello viene a decirnos que conocer dónde se quiere llegar es determinante. Es cierto que caminando «lo bastante» siempre se llega a alguna parte, pero no necesariamente a lo deseable y mucho menos cuando se busca la mejora y el avance social.

En esta línea, hace ya mucho tiempo que la faceta lúdica del juego fue considerada por la sociología en su papel socializador. En pedagogía se siguen empleando mejorados y actualizados los materiales sonoros, visuales y táctiles de María Montessori y los juegos educativos de Ovide Decroly. También se utilizan juegos más complejos como las dramatizaciones o los role playing con los que se fomenta la empatía y se aprenden habilidades sociales. Pero en estos momentos en los que la igualdad es un objetivo didáctico prioritario, la aplicación del juego en el ámbito escolar ya no se concentra solo en estimular el desarrollo psicomotor o desarrollar la capacidad para ponerse en el lugar de otra persona. Ahora además se diseñan juegos para dar a conocer la contribución que las mujeres han tenido en las artes, en las ciencias y en la cultura.

Por lo general, suelen tomar el diseño de juegos de mesa que suelen reunir a dos o más contrincantes para ver quién acierta o falla una pregunta y se pueden jugar tanto en las aulas como fuera de ellas, entre familia o amistades. Una modalidad muy extendida de esta metodología en la que se aprende jugando, es la que consiste en saber quién es un personaje escondido. En la versión feminista del conocido juego ¿Quién es quién?, que se titula ¿Quién es ella?, hay que descubrir a mujeres protagonistas que destacaron en sus campos y en sus épocas. En cada tarjeta se puede leer una breve biografía suya para hacerse preguntas hasta que su identidad sea descubierta. Así hay varios juegos más en el mercado en los que se potencia la igualdad de género y en donde se visibiliza a mujeres célebres en el ámbito global e internacional.

Este tipo de juegos son un medio más para construir un mundo que respete y reconozca los referentes femeninos en la historia de la humanidad.

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