Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carmen Lumbierres

Llegaron ellos y todo se puso al revés

No todos son iguales, no todos tienen la misma responsabilidad, el nivel de nuestros políticos no es significativamente diferente al de otras décadas, siguen existiendo excelentes oradores, más que aceptables gestores de uno y otro color político, y esta generalidad sobre la nefasta condición de nuestros dirigentes solo beneficia a unos, los que han marcado la diferencia en el desarrollo ordinario de nuestra convivencia. En aquellas comunidades autónomas donde no tienen representación parlamentaria, en los ayuntamientos donde o no existen o su voto no es decisivo siguen viviendo en la prerrealidad de 2019, en la normalidad dialéctica propia de la democracia con todas sus imperfecciones. No tienen que debatir sobre cómo limitar derechos a las personas por su origen, identidad o género, ni defender las prestaciones a los más vulnerables, ni frenar el despido libre, ni volver a la confesionalidad del Estado.

Hay un partido que irrumpió en las elecciones andaluzas de ese año, en gran parte por la crisis constitucional que atravesaba España desde el conflicto catalán de 2017, como una consecuencia más de haber hecho dejación de la política justo en el momento que era más necesario. Y esta aparición, como en el resto de Europa, de una extrema derecha que impone un marco de referencia que repercute sobre el conjunto del sistema de partidos ha vuelto del revés a este país, en el que singularmente los partidos conservadores han decidido seguirle la corriente.

Si lo importante no es el «coño» de Pablo Casado ni los aplausos posteriores, que no nos escandalizan los tacos como en un parvulario, lo estremecedor es que se hable de apartheid para referirse al caso de Canet de Mar, que Ciudadanos lo identifique como la nueva Ermua y lo compare con asesinatos en la nuca a rehenes maniatados. Esa hipérbole en que todo es fascismo, terrorismo, en que la discrepancia ideológica es vista como insoportable está minando nuestro sistema democrático. El diputado Espinosa de los Monteros declaraba en una entrevista que si tuviera un hijo que votara a Podemos lo echaría de casa, esa es la diferencia entre ellos y nosotros, yo no echaría de casa a un hijo votara a quien votara. El resto no intentamos imponer nuestra forma de vida como la única posible o correcta, no estamos en una guerra cultural que busca la hegemonía de unos sobre otros. No hacemos test de lealtad patriótica y ardor constitucional siempre desde su particular prisma, en el que solo cabe la adhesión. Se están apropiando de los modos y los contenidos, han llegado a la democracia para dinamitarla.

Compartir el artículo

stats