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Jose Jaume

Desde el siglo XX | Elecciones para intentar apuntalar a Casado neutralizando a Díaz Ayuso

No se requiere excesiva perspicacia para establecer que las elecciones anticipadas en Castilla-León obedecen a la situación de congénita debilidad de la dirección del PP

Díaz Ayuso y Pablo Casado.

L a extemporánea convocatoria de elecciones anticipadas en Castilla y León, previstas para el 13 de febrero, además de acabar de triturar a Ciudadanos (las declaraciones que ayer hizo en la Ser Inés Arrimadas sonrojantes), contienen nítida clave nacional: apuntalar el débil liderazgo de Pablo Casado; en consecuencia, neutralizar la acusada proyección de Isabel Díaz Ayuso, que pone a los pies de los caballos al hoy todavía presidente nacional del PP. No hay razones de política autonómica para haber disuelto el Parlamento castellano-leonés; tampoco existen para expulsar con cajas destempladas a los consejeros de Ciudadanos. Las excusas ofrecidas por Alfonso Rodríguez Mañueco, presidente de la Comunidad Autónoma, ni son creíbles, ni pueden ser aceptadas, porque Mañueco no es más que disciplinado peón de las disposiciones que Casado-García Egea implementan para evitar ser descabalgados ante su inanidad, falta de sustancia, sucesivos bandazos ideológicos que, a la postre, evidencian lo sabido: asumen el ideario de la extrema derecha de Vox, al que no van a poder desguazar como han hecho con Ciudadanos, que se comporta como la doncella a la que el vampiro succiona ávidamente el líquido vital que la mantiene conectada con la vida. Lo sabe, pero anhela el postrer arrebato del vampiro para fenecer extasiada en sus brazos. Entrega absoluta. Fiasco de partido nominalmente liberal ha resultado ser el de Rivera y Arrimadas. El «Podemos de derechas» con el que teorizó el presidente del Banco Sabadell ha devenido en fenomenal buñuelo.

Sin perder nunca de vista el aserto de que las elecciones las carga el diablo, por lo que el resultado nunca queda establecido de antemano (Artur Mas está en disposición de dar cumplida cuenta de ello), lo que Pablo Casado intenta es que de las urnas surja contundente resultado favorable al PP con el que blindarse. No hay otra clave. Pero veamos cómo la apuesta tal vez le salga harto más complicada de lo previsto. Demos por hecho que el PP gana holgadamente, que mete distancia considerable al PSOE, pero, ay, sin mayoría absoluta, lo que supone quedar a expensas de Vox. La extrema derecha anda crecida, soliviantada; pondrá condiciones onerosas sobre la mesa para votar la investidura de Mañueco, político que ha exhibido endeblez, perruna supeditación a cuestiones ajenas a las de su Comunidad.

Otra novedad a tener en consideración: las candidaturas de la «España vaciada», se anuncian en Soria; León, donde lo que se busca es segregarse creando una comunidad propia; Salamanca. Son provincias, circunscripciones electorales, en las que la derecha conservadora (salvo León) ha obtenido resultados contundentes. Siempre ha sido así; tanto en los lejanos tiempos de la monarquía «alfonsina», donde los caciques hacían y deshacían a su antojo, como en los de la Segunda República. Las Cortes Constituyentes de 1977 no alteraron el paradigma: siguió arrasando la derecha. ¿Hasta dónde llegarán las candidaturas de la «España vaciada»? ¿Serán capaces de horadar la hegemonía del PP? Es asunto trascendente, puesto que lo que suceda devendrá en ensayo para las elecciones generales. No descartemos que al haber jugado con fuego el PP de Casado se acabe por quemar. El objetivo de succionar a Ciudadanos estaba conseguido de antemano. No era obligado organizar el estropicio de llamar a las urnas en plena nueva oleada de la pandemia.

Irresponsabilidad. Puro cálculo político. Detrás de la convocatoria electoral no hay otra cosa. Veremos cuál es el desenlace del disparate. Puede anticiparse que 2022 se inicia con estridencia garantizada. Sin atisbo de pactos imprescindibles, muy urgentes, para revertir el acelerado deterioro del sistema constitucional. Tenemos políticos de medio pelo. Constatamos a diario la lamentable ausencia de estadistas. Los tiempos parece que no han entrado todavía en sazón para que aparezcan. Ni tan siquiera se les atisba.

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