El jueves por la tarde, acudí a Son Espases para vacunarme contra la Covid. Una ciudadana delante de mí solicitó el habitual justificante laboral, toda vez que la cita coincidía con su jornada de trabajo.

Le entregaron un certificado de vacunación en el que constaba su filiación, fecha y tipo de vacuna. Una vez revisado, apreció que aportaba datos personales sanitarios, sin reflejar la hora de la atención. Reiteró la petición específica. La respuesta fue que allí no lo hacían. Que preguntara en el punto de emisión de certificados Covid en el edificio de enfrente. El tema me pareció interesante y seguí el periplo. Una vez en ese mostrador recibió otra negativa y la remitieron a la oficina de información del Hospital.

Ya en el nuevo punto, escuchó la tercera negativa a su petición. Me explicó la historia completa y nos despedimos.

Una persona que se ausenta de su trabajo por motivo médico, debe acreditarlo ante la empresa mediante el impreso oficial ad hoc, que se rellena a mano en unos 30 segundos.

Para explicar la ausencia, la trabajadora se habrá visto obligada a entregar datos confidenciales de salud. Que, aunque no se tenga presente, el mero hecho de la vacunación es un dato protegido. Que puede pregonarse, como es mi caso, o no. Se confunde un certificado sanitario específico con un justificante de asistencia general.

Los gestores del Ib-Salut no han previsto esta contingencia y las tres funcionarias que atendieron a la trabajadora carecían de un protocolo al efecto que permitiera atender esa necesidad.

Sí, ofrecieron una alternativa; que imprimiera los SMS de cita más su recordatorio y los presentara junto al certificado de vacunación.

Así quedaría claro que está vacunada, el tipo y porcentaje de dosis aplicado, además de la hora de la cita. Difundiendo datos protegidos, claro. Al no constar hora de salida, mayor dificultad supondría explicar desfases horarios significativos, por potenciales largas colas de espera.

Para ser considerada ciudadana, debe tener un Smart-office, conexión a internet, impresora, folios, y habilidades ofimáticas, colaborando con el Ib-Salut en la vulneración de su derecho a la intimidad.

Obligada a realizar un trámite laboral, amén de las exigencias técnicas citadas, la Conselleria de Sanidad la aboca a revelar datos protegidos. Todo por un simple «papelito» en que constara la asistencia y la hora de salida.

Esta circunstancia, dada la avalancha de vacunaciones infantiles que se prevé, está a punto de entrar en una nueva dimensión. Salvo que se dote de justificantes laborales a los puntos de vacunación, su ausencia va a suponer un serio inconveniente para muchos progenitores que los acompañen. La falta del impreso laboral afectaría incluso al desarrollo de pruebas PCR en general.

Al día siguiente, apareció en las noticias que el Hospital de la red pública Sant Joan de Deu había puesto en marcha un sistema informático basado en códigos QR, para que los familiares de los pacientes supieran en todo momento dónde se hallaban sus familiares intervenidos quirúrgicamente. Magnífico avance, que contrasta con la situación planteada. La noticia es la app, no que exista el impreso adecuado en el lugar preciso.

No se puede minimizar el esfuerzo de todo el sistema sanitario, hay que aplaudirlo. Sin embargo, escenas como la relatada, que no es una anécdota, reflejan cómo la gestión administrativa del Ib-Salut debe mejorar.

La Administración en general debería aprender a tratarnos más como a ciudadanos y no como a recursos humanos, en el fondo es un tema conceptual.