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Matías Vallés

Al Azar | Marta Ortega cambia de página

He cometido pecados de infidelidad a diversas cabeceras indispensables, pero leo religiosamente el ¡Hola! cada semana sin faltar una. Por tanto, estoy más familiarizado con las andanzas de Marta Ortega que los periodistas económicos. La he seguido compitiendo a caballo, navegando en yate, ejerciendo la maternidad, enriqueciendo todo tipo de fiestas, casada en más de una ocasión, siempre con el aire extragaláctico de las maniquíes contemporáneas.

Infalible en sus apuestas, ¡Hola! viene prestando más atención a la hija menor de Amancio Ortega que a Letizia Ortiz, porque hasta la prensa rosa distingue a las reinas reales de las virtuales, aparte del necesario castigo a la segunda por su hostilidad a Sofía de Grecia. Cuando el pasado martes vi de repente la foto de Marta Ortega en todas las portadas sin conocer el motivo, afilé mi pluma para otro artículo sobre los peligros de una prensa seria entregada a la cultura people. El despiste también significa que no me imaginaba a la heredera de presidenta de Inditex. Por lo visto era el único, dada la homogeneidad de los comentarios que daban por sentado el recambio, y que superaban en unanimidad congratulatoria a la sucesión de Emilio Botín en la figura de Ana Patricia también Botín.

En cambio, los incultos extranjeros no sentían ningún complejo a la hora de señalar que les extrañaba sobremanera la sustitución de Pablo Isla, diez años después de la salida del propio Amancio Ortega de la presidencia del conglomerado nucleado en torno a Zara. La genialidad de los nombramientos en los banquillos de los clubes de fútbol y al frente de las grandes marcas solo se comprueba una vez adoptada la decisión. La fórmula de la socialite que asume el trono tras experimentar con fórmulas estilísticas heterodoxas que la propia empresa reseña en el comunicado oficial, demuestra que en Inditex solo manda una persona, la misma de siempre y seguramente por suerte para la fortaleza del mayor imperio de la historia de España.

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