Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Tarabini

Entrebancs | Las desigualdades siguen vigentes

Ciudadanos con mascarilla en la calle Sindicat de Palma. B. Ramon

Apesar de los buenos resultados de la Vacuna y la reactivación de la actividad turística, la pandemia de la covid-19 está exacerbando las desigualdades ya existentes: desde enfermar del virus, hasta mantenerse vivo o padecer las dramáticas consecuencias económicas. En nuestra Comunidad, a pesar de unos niveles aceptables de ocupación, nuestra economía sigue anclada en un modelo productivo estacional y un mercado de trabajo intensivo pero estacional y/o precario. Donde el valor añadido es el precio, la conectividad aérea, sol y playas….

Una pregunta importante es cómo evolucionará la desigualdad económica en los próximos años. Es probable que, a corto plazo, la reactivación económica y los fondos de recuperación de la Unión Europea, canalizados mediante políticas públicas, consigan mitigar parte del efecto desigual de la pandemia en la renta de los hogares españoles. Sin embargo, un mayor reto esté quizás por venir. Recientes cambios tecnológicos y de estructura empresarial apuntan a que, en los próximos años, las sociedades avanzadas se enfrentarán a una creciente desigualdad económica. La automatización de la producción económica y la aplicación de tecnologías de inteligencia artificial podrían reducir de manera sustancial el número de puestos de trabajo en la economía. Por otro lado, la concentración empresarial en ciertos sectores puede contribuir a que los aumentos de productividad se traduzcan en mayores beneficios empresariales, pero no que se trasladen a mayores salarios para los trabajadores.

Muchos son los cambios impresos por la pandemia que están aquí para quedarse. Unas mutaciones que, al fin, conducirán al mundo por unos derroteros nuevos que dejarán claros ganadores y perdedores. La desigualdad es seguramente el mayor peaje a pagar en una sociedad a la que le cuesta repartir equitativamente las vacunas, los trabajos o la formación; la riqueza, en definitiva. Un reciente documento del Fondo Monetario Internacional (FMI) asegura, tras comparar los efectos de la covid con cinco grandes epidemias anteriores de este siglo (SARS, H1N1, MERS, Ébola y Zika), que este virus ha provocado «una disminución persistente en el nivel del PIB per cápita, con efectos duraderos en desigualdad de ingresos y un aumento en el número de ciudadanos que viven en riesgo de exclusión». Todo indica que esta brecha está más cerca de acentuarse que de estrecharse.

¿Están nuestras instituciones preparadas para afrontar los retos de una creciente desigualdad económica? Desde mi punto de vista, enfrentarnos a estos retos requerirá un cambio de paradigma desde diferentes ámbitos. Los mecanismos habituales de redistribución de la renta mediante impuestos, transferencias y gasto público pueden resultar insuficientes para hacer frente a la nueva realidad económica. Gobiernos nada sospechosos, el estadounidense o el japonés, han iniciado una senda de creciente intervención en la economía mediante el apoyo al desarrollo a ciertos sectores y ocupaciones. En nuestro caso pueden ser la «Clave» los sectores económicos relacionados con la transición energética, la reestructuración de nuestro sector turístico (¡no sólo hoteleros!), una apuesta decidida en el mantenimiento y gestión de nuestros recursos naturales y medioambientales, y diversificación de productos (…). Tales objetivos, a su vez, pueden demandar profesionales y personal acreditado, mediante una formación de Formación Profesional y Estudios Superiores.

Sin embargo, en una economía muy desigual y sin una decidida intervención pública, es posible que la demanda de estos servicios esté sólo al alcance de unos pocos. Léase Inversionistas Financieros, Grupos empresariales solventes. Algunos empresarios esperan (?) del Estado que haga unas funciones absolutamente auxiliares de legalidad, seguridad e infraestructuras. Pero que la ideología mercado cubra a todas las instancias sociales: la educación, la sanidad, las relaciones, la identidad, suma y sigue. Recordemos cómo la necesaria intervención pública en la crisis 2007/08, siguiendo los modelos neoliberales, se concretó en la financiación (sin retorno) con fondos públicos a las entidades bancarias y Cajas de Ahorros.

En estos momentos de crisis estructural, es necesaria la intervención pública (Administración Central, Autonómica, Municipal…) en la economía, a una velocidad y a una escala sin precedentes en tiempos modernos. Pese a que se registran niveles máximos de polarización y falta de confianza en las instituciones estatales, muchos insignes preferirían y prefieren que el Estado emplee sus recursos para reactivar la liquidez empresarial, reducirles sus impuestos… Y es aventurado suponer que el aumento del gasto, su regulación, la provisión de liquidez y otras medidas de la pospandemia, se «compensarán» con contrapesos fiscales.

Por un lado, una mayor intervención (New Generators) en la economía hará cada vez más necesaria tanto la evaluación rigurosa de las políticas públicas como el acceso a los datos administrativos que permitan obtener mediciones relevantes a la acción política. Las economías más exitosas serán aquellas que tengan mayor acierto en las decisiones de intervención. A su vez, también en nuestro país, deberían fortalecerse organismos de evaluación independientes que aseguren que futuras políticas e intervenciones sean diseñadas teniendo en cuenta la evidencia científica.

Compartir el artículo

stats