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Cristina Martín

El testimonio de Doerte Lebender

Lebender y Rottenberger poco antes de comenzar la eutanasia.

Doerte Lebender quería vivir, pero no atrapada en un cuerpo convertido en celda, y que cada quince días la iba asfixiando más y más, con la progresión imparable de una esclerosis múltiple que le habían diagnosticado a los 24 años. Esta mujer alemana, de 59 años de edad, tomó la decisión de solicitar la eutanasia, y también de dar testimonio para explicar por qué había llegado hasta ahí, por qué la muerte iba a ser para ella la liberación, al fin. Doerte murió el miércoles en su domicilio de Ibiza, en compañía de dos enfermeras, una médica, un amigo, su enfermera y médica de cabecera, su fiel y abnegado cuidador y un periodista a quien abrió su casa y su corazón durante dos meses para que pudiera contar su historia. La historia de una mujer lúcida y valiente que quería que su sufrimiento y su muerte asistida no fueran en vano: que sirvieran a los demás para entender una decisión que desde la distancia, el desconocimiento y el prejuicio es fácil juzgar. Debemos agradecer a Doerte su generosidad por compartir su vida y su muerte con nosotros, por ayudarnos a entender qué es la eutanasia y el dolor que provocan enfermedades degenerativas como la suya. La ley de eutanasia ha permitido que Doerte deje de sufrir. Nos deja un valioso legado: su testimonio.

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