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Hoja de calendario | Políticas socialdemócratas

La noticia escueta es esta: «El número de ocupados aumentó en el tercer trimestre del año en 359.300 personas, hasta alcanzar los 20.031.000, lo que supone un aumento del 4,45%, y supera la barrera de los 20 millones por primera vez desde el cuatro trimestre de 2008. En cuanto al número de parados se rebajó entre julio, agosto y septiembre en un 8,23% hasta situarse en 3.416.700 desempleados y en una tasa del 14,57%, en una secuencia a la baja que se extiende a lo largo de los últimos cuatro trimestres, según recogen los últimos datos publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE)».

Si el INE no miente (y es lo que le falta decir a la oposición a modo de coartada a la desesperada), este país no solo está superando la crisis sanitaria que todavía colea y que hemos superado en sus embates más fuertes con indudable pericia, sino también la gran crisis de 2008, que representó, de un lado, el fracaso del neoliberalismo rampante que habían impuesto Thatcher y Reagan en las últimas décadas del siglo XX y, de otro lado, el retorno del capitalismo compasivo, del estado de bienestar, de los cánones socialdemócratas que buscan la felicidad de la gente, rechazan la austeridad como método cruento de estabilización económica y rinden frutos mucho más equilibrados que abren portillos de esperanza a una ciudadanía que había perdido la fe en la clase política convencional y se había lanzado en brazos del populismo.

En otras palabras, y sin querer decir que la crisis sanitaria ha sido providencial, no hay duda de que nos ha servido a todos para archivar para siempre las viejas recetas liberales y abrazar rumbos políticos que pongan el bienestar del ser humano en el centro de las preocupaciones.

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