Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX | Peatonalizar Palma con la oposición de los mismos de siempre

Quienes se soliviantan ante los planes municipales de poner coto al automóvil exhiben argumentos que en el pasado se demostraron equivocados

Calle Nuredduna, que Cort prevé peatonalizar.

Hoy como ayer asistimos a la cerrada oposición de los irreductibles opositores a los proyectos de progresar en la peatonización de Palma, de establecer severos límites al uso del automóvil. Lo que hace el Ayuntamiento no es otra cosa que seguir pauta aplicada a rajatabla en las grandes ciudades europeas, excepción hecha de Madrid, en la que el gobierno municipal de PP respaldado por la extrema derecha da rienda suelta al coche porque en Madrid se disfruta con descomunales embotellamientos, aires nocivos y resentida calidad de vida. Es el modelo del alcalde José Luis Martínez Almeida, atrabiliario portavoz de Pablo Casado. En Palma, el alcalde José Hila marcha por los senderos marcados en Londres, Berlín, París, Viena, Oslo, Estocolmo, largo listado de ciudades, entre las que hay conocidas urbes españolas, en las que el coche está en franco retroceso. ¿Qué sucede en Palma tanto con las restricciones al automóvil como con las de aparcamiento? Lo previsible: oposición furibunda de asociaciones de comerciantes, que anuncian la irremediable quiebra de sus negocios, y la determinados sectores ciudadanos (bien conectados con PP y Vox), que claman contra la que consideran cacicada municipal. Reclaman de Cort diálogo, no prohibir antes de disponer de eficiente transporte público, de establecer los oportunos acuerdos con ellos, que no son otros que plegarse a sus intereses. Lo mismo, exactamente lo mismo, que aconteció cuando se procedió a eliminar el tráfico en Olmos, calle hoy repleta de comercios; viajando hacia atrás en el tiempo (violamos las leyes de la Física conocida), Sindicato y Jaime II, en las que el comercio no ha periclitado: mantiene el vigor. Si pechan con problemas no son los inherentes a la eliminación del automóvil, sino otros, que tal vez estén relacionados con la carencia de innovación por parte de los empresarios, entre otros.

Aquí acierta plenamente el Gobierno municipal del alcalde Hila, que si fracasa estrepitosamente en la limpieza de la ciudad, si no cierra otros frentes, en el de arrinconar progresivamente al automóvil hace lo correcto. Las ciudades del siglo XXI se parecerán muy poco a lo que han sido en el siglo XX cuando el automóvil se erigió en su dueño y señor trayendo con él aires poco respirables. Dialogue Cort con comerciantes y vecinos lo que deba, pero no nos apartemos del objetivo esencial: restringir el uso del automóvil. Eso no tiene vuelta atrás.

Y si el asunto es conseguir una ciudad más verde, otra iniciativa saludable es la anunciada de plantar 250 árboles al mes en la calles de Palma. El propósito es dejar plantados 10.000 en los años venideros. Junto a la restricción en el uso del automóvil el extender el arbolado, doseles verdes, es el futuro, no hay que darle más vueltas. La Palma de pasado mañana será muy distinta a la que hoy todavía padecemos: miles de árboles que con el cambio climático desatado ayudarán a mitigar los asfixiantes calores de los estíos que se nos pronostica; fuentes de agua, ausencia de contaminación pues los automóviles que no tengan vedado el acceso a Palma serán eléctricos como eléctrico será el transporte público. A eso se le llama anticiparse al futuro, entender por dónde hay que indefectiblemente que transitar.

Hay que plantearle exigencia al Gobierno municipal: cuantos más árboles se planten mejor, solo que no han de impedir la visión de las zonas monumentales de Ciutat. Somero ejemplo: desde la calle Antonio Maura casi es imposible contemplar el Palacio de la Almudaina; desde el paseo de Sagrera hay problemas para apreciar la belleza de la fachada lateral de La Lonja. ¿Pueden conciliarse ambas cosas? No parece que sea cuestión insoluble, sino de actuar con inteligencia, saber dónde hay que plantar y en qué calle la visión no ha de ser entorpecida por la agradable pantalla verde.

Compartir el artículo

stats