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Jose Jaume

Desde el siglo XX | Las Díaz son las nuevas protagonistas de la contienda política

Dos mujeres en la cúspide: Yolanda Díaz e Isabel Díaz Ayuso encarnan a una izquierda y una derecha que se alejan del marco establecido en la Transición

Las Díaz son las nuevas protagonistas de la contienda política

La vicepresidente segunda y ministra de Trabajo ha desatado la inquietud en el PSOE. Yolanda Díaz tiene fuerza, atesora inteligencia política, sabe cómo comunicar. Es una adversaria de envergadura. El asunto de la derogación de la reforma laboral que puso en marcha el Gobierno del PP de Mariano Rajoy, aprobada cuando la derecha disponía de la mayoría absoluta haciendo y deshaciendo a su antojo, le posibilita exhibir solvencia a manos llenas; de ahí el nerviosismo surgido entre los socialistas, incluido el siempre hierático presidente Sánchez, que ha lanzado a la también solvente vicepresidenta primera y ministra de Economía Nadia Calviño, socioliberal bruselense, con el propósito de acotarle el campo de juego. El jubilado Pablo Iglesias acierta cuando declara en la Ser que Díaz ya ha ganado, que suyo es el mérito de acabar total o parcialmente, ya se verá, con la norma del PP, lesiva para los trabajadores, chollo para las empresas. Yolanda Díaz ha de resolver situación peliaguda para que su proyecto cuaje: emascular a Podemos diluyéndolo en la marca con la que pretende presentarse a las elecciones. Decanta favorablemente a sus intereses la estulticia de Ione Belarra e Irene Montero, las factótums de Podemos, dos ministras que acreditan inutilidad, carencia de tablas, incapacidades varias. Son el contrapunto de Díaz, que con ellas al lado consigue que se aquilate adecuadamente su potencialidad. Si doblega a Iñigo Errejón, político de altura, y Podemos se deja mansamente apiolar asistiremos a la presentación de una contendiente de altura, tanto para el PSOE de Pedro Sánchez como para las derechas, que descontaban el desfondamiento de la izquierda del PSOE similar al que ha acabado con Ciudadanos, víctima de propios, reiterados errores.

El panorama en la izquierda se aclara a trompicones , a sobresaltos, pero la nitidez cobra fuerza. ¿Qué sucede en la derecha? Las cosas son más confusas, aun contando con los ímprobos esfuerzos que hacen quienes quieren a toda costa apuntalar a Pablo Casado, incluida la pléyade de medios amigos que no cesan de regalar sondeos favorables que no se corresponden con una realidad indemostrable porque no hay elecciones en lontananza. En la derecha, desde que en mayo las madrileñas urnas dejasen estruendoso, contundente recado, es Isabel Díaz Ayuso, la otra Díaz, la que concita grandes esperanzas, la que asusta por igual a la dirección de su partido, que asiste estupefacta, impotente, a su constante alza, como a la extrema derecha de Vox, que con ella casi imposible se le haría la pretensión de constreñir al PP. Vox quiere a Casado, presa fácil por sus inacabables vaivenes, liviandad demostrada, ausencia de cuajo, que, en otra ocurrencia, dice que va a Bruselas a impedir que se toque la reforma laboral. Una más de sus estrambóticas iniciativas. Con Díaz Ayuso la cosa cambia; con ella ha emergido la líder que la derecha necesita para aparecer tal como pugna por ser: extremada, dispuesta a plantearle a la izquierda batalla sin cuartel. Guerra ideológica de tomo y lomo. Gusta Díaz Ayuso de la confrontación directa. No la teme. Tampoco se para en barras cuando de lo que se trata es de marcar territorio con los suyos: a Casado le ha dicho que en Madrid manda ella. El presidente del PP no puede hacer otra cosa más que envainársela. Ayuso es mucha Ayuso para tan poco Casado.

La emergencia de las Díaz ofrece a la política española interés inusitado. Hasta dónde llegarán es incógnita a despejar.

Acotación desfallecida.- El presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, sigue haciendo política con sus sentencias. En Europa puede pasarlo muy mal. La presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, conculca principio democrático esencial al privar del escaño al diputado canario Alberto Rodríguez. Cacicada impresentable. Mal asunto. Peor precedente. Inadmisible injerencia del poder judicial en el legislativo.

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