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Ramón Aguiló

Escrito sin red | Antiliberales

Esta semana se ha discutido la proposición de ley de Más País, defendida por Errejón para la regulación de los usos terapéuticos y recreativos del cannabis. Es ésta una regulación que ya se ha adoptado en numerosos estados de EEUU, donde California fue uno de los primeros. En Europa, además de Países Bajos, están considerando esta regulación países como Alemania e Italia. Mantiene parecida posición otra iniciativa de ERC apoyada por Unidas Podemos, el socio del gobierno de coalición con el PSOE. Llama poderosamente la atención que en esta cuestión el PSOE se alinee con la carcundia del PP y de Vox. Forman el trío de las fuerzas antiliberales en España.

A través de la historia hemos podido conocer cuáles han sido los estados antiliberales por excelencia: los estados totalitarios. Han sido totalitarios, tanto los estados fascistas, como la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini, la España de Franco, como los estados comunistas, desde la Unión Soviética hasta la China de Xi Jinping, bajo la forma de dictadura del proletariado, en esta última como capitalismo de Estado. A pesar de reivindicar dos conceptos diferentes, la dictadura del proletariado y el nacionalismo exacerbado, ambos se caracterizan porque el individuo no es nada, desaparece ante el Estado que lo es todo. En el siglo XX el fracaso del liberalismo económico del siglo XIX cedió el paso a las llamadas democracias liberales que, aunaron bajo una sola forma las libertades individuales con la intervención del Estado para corregir las disfunciones de la economía de mercado. Se dio paso así al llamado consenso socialdemócrata en Europa y EEUU vigente durante el siglo XX con las excepciones de Alemania e Italia que fueron derrotadas en la Segunda Guerra mundial. Ese consenso ha permeado a la izquierda y a la derecha democráticas. A mayor intervencionismo estatal de los socialdemócratas le sucedía menor intervencionismo de la derecha. Ese consenso se ha dado al mismo tiempo que se limitaban las libertades individuales mediante la prohibición de las sustancias psicotrópicas, a raíz de iniciativas de EEUU que se extendieron al resto de las democracias liberales, inaugurando décadas de inútil y costoso esfuerzo que no ha dado más resultado que el fracaso y la potenciación de mafias de narcotráfico en el mundo entero.

A propósito del fondo de la cuestión que nos trae aquí, y también con el anuncio de la ilegalización de la prostitución, es preciso remitirse a John Stuart Mill, Sobre la libertad. Dice Mill: «el individuo no debe cuentas a la sociedad por sus actos, en cuanto éstos no se refieren a los intereses de ninguna otra persona, sino a él mismo… la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada, contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien, físico o moral, no es justificación suficiente. Nadie puede ser obligado, justificadamente, a realizar o no determinados actos… porque, en opinión de los demás, hacerlo sería más acertado o más justo». Añade Mill: «la humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándole a vivir a la manera de los demás». Remata Mill: «los problemas derivados de una conducta que ni viola ningún deber específico respecto al público ni ocasiona un perjuicio perceptible a ningún individuo, excepto a él mismo, es un inconveniente que la sociedad puede consentir en aras del mayor bien de la libertad humana». Al final se está imponiendo la idea de libertad de Mill en el país liberal que más ha luchado contra ella, EEUU.

Seguir al pie de la letra el liberalismo de Mill supone la liberalización del consumo de cualquier clase de droga, incluidas las duras. No es eso lo que se propone por parte de Más País y ERC, únicamente se trata del cannabis, una droga blanda considerada por la ciencia como muchísimo menos perjudicial que el alcohol, droga dura que goza en España de la protección de todo el sistema político, sin que nadie haya sido capaz de argumentar el porqué de la diferencia. Sólo existen dos motivos: que es la droga psicotrópica más consumida en España (la quina Santa Catalina se daba a los niños) y que supone una parte importante del PIB. Así como se puede comprobar el deterioro físico de la gran cantidad de alcohólicos, nadie ha visto a un porreta deteriorado por el consumo de cannabis. Las argumentaciones del portavoz del PSOE aduciendo la protección de la salud mental y del portavoz de Vox aduciendo el peligro de esquizofrenia son tristemente falaces. El consumo de cannabis puede tener consecuencias, pero sólo por el abuso desenfrenado, y aún así no se conocen casos documentados de que alguien se haya muerto por consumir cannabis, o se haya puesto agresivo por consumirlo. Y en cuanto al peligro de brotes psicóticos o ser una puerta a la esquizofrenia sólo se ha documentado por el abuso en personas propensas por su propia naturaleza a estas enfermedades mentales.

Parece ser que en España consumen habitualmente cannabis en torno a tres millones de personas. Es un hecho. También, que no tienen otro recurso para acceder a esta planta que acceder al mercado negro. Esto no tiene sentido. Especialmente ahora que se sabe que el CBD (cannabinoide no psicotrópico del cannabis) y el THC (bajo la forma de Marinol) se utilizan para determinadas afecciones que van desde el tratamiento de la ansiedad hasta la artritis reumatoide. Las inversiones para su comercialización son exponenciales en EE.UU. y empiezan a serlo en Europa. España, como siempre, está en riesgo de llegar tarde a la producción y comercialización de esta planta. De todas maneras, el argumento, incluso el fiscal (se habla de unos ingresos al fisco superiores a los tres mil millones de euros), no es el argumento definitivo. El definitivo es el de la libertad. Y el PSOE demuestra con su posición que el verdadero sustento de sus políticas no es la libertad, sino el poder. Teme que con su voto liberalizando el cannabis pueda perder votos bajo la acusación de la derecha y la extrema derecha de legalizar las drogas (un totum revolutum que incluye las drogas duras). Por eso prefiere alinearse con los antiliberales, aunque más del 50% de la población española esté a favor de su legalización. ERC lo tendría fácil si de verdad la quisiera: sin ella el PSOE no tendría su voto para los presupuestos.

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