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Antonio Papell

La actualización del PSOE

Con el 40 congreso socialista, Sánchez ha puesto un resonante colofón a una trayectoria que adquiere consistencia con vistas a una recuperación económica y social con la que la actual coalición intentará afirmar su liderazgo electoral. Subido el PSOE a la onda ascendente de la socialdemocracia global, la formación fundada por el primer Pablo Iglesias se ha adaptado con notable solvencia al auge del keynesianismo, sobre el que se está basando la recuperación mundial tras la crisis sanitaria; ha intervenido en la génesis de los fondos de recuperación y resiliencia (que contrastan con los planes de austeridad con se afrontó la primera crisis del milenio, de los que todavía no se han rehecho las clases medias/bajas), y está incidiendo en unas políticas sociales que reconcilien a la ciudadanía con la superestructura política y se conviertan en barreras inexpugnables frente al populismo. La socialdemocracia es la única fuerza transnacional que ha entendido que la desafección de las masas con respecto a la política tras el manifiesto divorcio entre la sociedad y las instituciones podía arruinar las bases de nuestra cultura si lo público no se reconciliaba con el electorado y si los gobiernos no entendían que la equidad, la integración y el estado de bienestar juegan a favor de la productividad y no al contrario.

Sánchez, secretario general del PSOE por primarias celebradas el 22 de mayo de 2017 (arrolló literalmente a Susana Díaz), fue expulsado a las tinieblas exteriores por sus conmilitones en el comité federal del 1 de octubre de 2016. Perdía, pues, la secretaría general por 132 votos frente a 107, y el réprobo Javier Fernández aceptó presidir una gestora tras una operación pilotada por la federación andaluza, en manos de Susana Díaz. Pero el 21 de mayo de 2017 Sánchez recuperaba de nuevo en primarias la secretaría general frente a Susana Díaz, tras una campaña en que las bases anónimas se volcaron en favor del defenestrado. Lógicamente, Sánchez renacía con fuerza de sus cenizas pero el PSOE salía quebrado de aquella indecorosa operación del viejo ‘aparato’, cuyo origen había sido la negativa irreductible de Sánchez a prestar los votos socialistas para auspiciar la continuidad de Rajoy. El resto de la historia es conocida: el 1 de junio de 2018, Sánchez ganaba a Rajoy una moción de censura por las corruptelas del PP confirmadas en sede judicial y comenzaba así un proceso en el que se celebrarían dos elecciones más hasta que la coalición actual de gobierno tomara las riendas del país.

Sánchez no fue bien recibido en su momento por Felipe González, quien se arriesgó más de lo razonable en su intento de prorrogar el mandato de Rajoy (más vale sepultar en el olvido aquel negro episodio, en que el expresidente no queda muy bien parado), y por la fracción socialista que provocó la dimisión del secretario general electo. Poco a poco, Sánchez, con una generosidad que no se le ha reconocido suficientemente, ha ido reincorporando a la mayoría de los socialistas que no le respaldaron durante su travesía del desierto. Y el último paso había de ser la reconciliación histórica con los ancestros —con los expresidentes del Gobierno— en la solemnidad de un congreso que cerrara heridas y marcara la evolución ideológica del PSOE, ahora que la socialdemocracia regresa a los escenarios de la política global con un ímpetu admirable, sobre todo en la Unión Europea, y —con dudas— también en los Estados Unidos. La realidad es que Sánchez ya había engarzado con Rodríguez Zapatero, el más social de los presidentes que ha tenido este país, y que apenas faltaba el protocolo de recomponer los puentes con González, aunque todo indica que este reencuentro no irá mucho allá de la retórica.

En lo ideológico, el Congreso ha remachado la idea de plurinacionalidad y el sentido federalizante y feminista de las reformas en curso o en proyecto; asimismo los derechos sociales y de integración de la mujer y del colectivo lgtb se refuerzan mediante el reconocimiento de la autodeterminación de género y la penalización de la prostitución, humillante práctica en manos de proxenetas esclavistas. Y todo indica que se profundizará en la idea de que solo la equidad nos conducirá realmente a la prosperidad.

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