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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Parque del Mar, lo mínimo de lo imprescindible

Lleva décadas dejado de la mano de Dios, languideciendo con nobleza, pero sin pausa, padeciendo la incuria de sucesivos consistorios de contrastada negligencia

Pretensión de abrir el lago del Parque del Marc al mar.

En el último Ayuntamiento franquista de Palma, con el alcalde falangista Paulino Buchens al frente, dos concejales, los tenientes de alcalde de Urbanismo, Carlos Forteza Stigman, y de Cultura, Miguel Durán Pastor (después diputado de UCD en las Cortes Constituyentes de 1977), fueron capaces de salvar el destrozo que se proyectaba para los terrenos ganados al mar por la construcción de la autopista al aeropuerto. Hubo movilización ciudadana, una de las primeras en verse cuando fenecía la dictadura, sucediendo lo impensable: desde el Consistorio, los dos citados, soslayaron el desaguisado, entendieron cabalmente que debía evitarse como fuere transformar los terrenos en inmenso aparcamiento adobado con pastiche infumable. Así nació el Parque del Mar, que después, en el Ayuntamiento de Ramón Aguiló, devino magnífico parque en el que se instalaron esculturas de Alfaro, entre otros, incluida la saltarina que emergía del centro del lago. El mural de Miró daba empaque a la zona. Es la inigualable entrada a Ciutat. Admirada. Hoy asistimos, estupefactos, a su inconcebible abandono, a su progresiva degradación, iniciada casi imperceptiblemente inmediatamente después, en el inicio de la década de los 90 del pasado siglo, cuando el popular Fageda sucedió al socialista Aguiló. Desde entonces y progresivamente los sucesivos consistorios no se han ocupado del parque, casi lo han abandonado a su suerte, han hecho en él lo mínimo de lo imprescindible, dando por bueno que un simple mantenimiento, somero lavado de cara, era suficiente. Tanto alcaldes del PP como del PSOE han exhibido incapacidad de entender lo que es y representa para Palma. Llamativo ejemplo de la estulticia de los políticos que están al frente de los destinos de la ciudad. Preguntarse por los métodos de selección de sus candidatos por parte de los partidos políticos puede ser ocioso, ejercicio inútil, pero a la vista de los resultados tal vez sirva para atisbar tanto lo que acontece en el parque, como las razones por las que Palma es una de las ciudades más sucias de Europa, cómo es posible que se haya abdicado de eliminar los avasalladores graffitis que la inundan, que hasta en su casco viejo abochornan.

El Parque del Mar agoniza: el marés ha desaparecido del pavimento, sustituido en algunos tramos por falsas losetas propias de la época en las que el factótum del PP José María Rodríguez dio la talla de lo que puede esperarse de algunos políticos; las esculturas de Alfaro han desaparecido de sus emplazamientos, hasta la saltarina del lago ha hecho lamentable mutis. ¿Dónde están? ¿En qué almacén municipal malviven? Se dijo que iban a ser restauradas. Eterna restauración. Cirer, Calvo, Isern, Noguera, Hila, sucesivos alcaldes, ¿no albergan algo de vergüenza ante lo que su culpable negligencia nos ha deparado? ¿No se sienten culpables de que tan magna obra se vea degradada, descuidada siendo como es la entrada por la bahía de la ciudad? Parece que no, que nunca ha sido prioridad de nadie en el Ayuntamiento de Palma. Hasta su limpieza se resiente. Difícil, plenamente logrado.

El inigualable Andrés Ferret (se cumplen 25 años de su muerte) glosó en memorable artículo en Diario de Mallorca lo que era el naciente Parque del Mar. Escribió que crecería, que se haría emblema. Se equivocó. No pudo prever, ni él ni nadie, que los alcaldes que en el futuro gobernarían Palma ignorarían una de sus fundamentales obligaciones. Consta el agradecimiento de la ciudad a la movilización de la ciudadanía que propició el parque, conste el reconocimiento a Forteza y Durán, a Aguiló. Constátese el repudio a todos los demás, hoy personalizado en el alcalde José Hila, que ahora se descuelga con la pretensión de abrir el Parque del Mar al mar.

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