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Antonio Tarabini

Entrebancs | Pienso, luego existo

Hoy cambio de talante. Tal como reza el título voy a intentar pensar en voz alta, poniendo en común algunas reflexiones Políticas (en mayúscula). Puede que juegue con ventaja al estar políticamente amortizado. Ahora a mi edad, con dudas, me represento sólo a mí mismo. Lo que me permite, sin ser desleal, expresar en voz alta lo que pienso (y tal como lo pienso) con errores incluidos. Como podrán comprobar he acudido a múltiples y diversas referencias; incluido JF Tezanos no como director del CIS, sino como buen amigo y mejor analista.

El punto de partida es nuestro boom en los entornos del año 1970. El crecimiento económico y el aumento de la productividad ligado a una actividad turística intensiva, provocó un cambio cuantitativo y cualitativo en nuestra sociedad, visualizado en el resurgimiento de una clase media abierta que posibilitaba ascensos sociales, económicos (…). Pero «llegó la crisis económica y financiera del 2008 que exacerbó un malestar social. Los salarios reales a la baja o estancados, se generaliza la precariedad, crece el paro. Austeridad fiscal y recortes de gastos sociales en sanidad, educación, pensiones. La desigualdad forma parte del sistema. El rescate de las entidades financieras se hizo con fondos públicos (A. Costa)», en nuestro caso 46.000 millones de euros sin retorno. El sistema político y económico pierde legitimidad. El Estado garantizaba seguridad, infraestructuras básicas y poco más; el resto se dejaba a la eficaz (?) iniciativa privada». En los entornos 2015- 2019 las temporadas turísticas fueron exitosas; pero cualquiera que explorase el pulso de la calle en estos días no podía dejar de identificar elementos de inquietud e incertidumbre, especialmente en los sectores que más sufrieron, y continuaban sufriendo, los efectos de la crisis del 2008.

Y, 2020, llegó la pandemia. Crisis sanitaria, crisis relacional, crisis social, crisis económica, crisis política. Todos/as las sufrimos, pero unos/as más que otros. Algunos ya se refieren a la «pospandemia», aunque el virus sigue vivo y coleando en buena parte del globo terráqueo. Nos queda seguir vigilantes de los todavía posibles contagios. Nos resta plantearnos seriamente un futuro socioeconómico que no se limite a «recuperar» las políticas anteriores. Y también recuperar nuestros hábitos relacionales en el uso y disfrute de mi tiempo libre, el ocio… más allá del botellón.

En la actualidad y a corto plazo, 2021/2022, a los problemas que venían afectando a nuestras sociedades, como consecuencia de las desigualdades y la exclusión social, y a los que se habían sumado las tensiones de transición hacia el nuevo paradigma económico y societario de la revolución científico-tecnológica, ahora se están uniendo los efectos del cambio climático y los riesgos de pandemia. Todo lo cual conforma un panorama de incertidumbres y riesgos que exigen nuevos consensos básicos que permitan hacer frente a tal cúmulo de riesgos, generando certezas sociales y nuevas capacidades de crecimiento y de impulso del bienestar social.

«La salida que ahora se precisa requiere una capacidad de entendimiento similar a la que alcanzaron al finalizar la Segunda Guerra Mundial no solo las fuerzas progresistas de entonces, sino también ilustres pensadores liberales y democristianos que fueron capaces de pensar y actuar con simple lógica y sentido común. Sabiendo que cediendo todos un poco era mucho lo que todos podía lograr. Y, sobre todo, dejando de lado los comportamientos extremos del odio, el insulto, el encanallamiento y la violencia, que tanto envenenaron los climas políticos y económicos durante los aciagos años treinta del siglo pasado» (A. Costa). Tales iniciativas fueron el germen de la Unión europea (UE).

«De ahí, la preocupación que algunos sentimos cuando vemos el espectáculo de líderes y partidos que alientan odios primarios y enfrentamientos cainitas, y que tratan a los que discrepan de ellos en sus ideas políticas, económicas y sociales como «enemigos sistémicos», a los que insultan, denigran, acosan y persiguen con auténtica saña. Y, generalmente, con impunidad. ¿Acaso ese no es precisamente el camino equivocado que hay que evitar a toda costa? ¿O es que algunos no son capaces de pensar y operar con sentido común, demostrando que han sabido aprender de las lecciones de la historia?» (JF Tezanos). Es urgente romper la tendencia de restricciones establecidas por la crisis del 2008 que todavía se percibe; y participar en la «nueva» Europa que ha apostado por la recuperación de sus principios fundacionales.

Desde la Política es básico priorizar los objetivos, sabiendo jugar a corto y medio/largo plazo. Ambos implican inversión pública. «El aumento de la inversión pública es uno de los rasgos más esperanzadores de las decisiones adoptadas por la amplia mayoría de les economías más avanzadas» (C. Manera). A corto fortalecer la prórroga de los ERTE y de los Fijos discontinuos; financiación, especialmente a pymes, que posibilite la recuperación o mejora de su actividad. A corto/medio «fortalecer» la sanidad pública, especialmente la Atención Primaria. A medio/largo acceder a proyectos estructurales (no coyunturales) en el marco de los fondos europeos New Generation; y potenciando y manteniendo vivos a instrumentos tales como la «Mesa del Diálogo Social» (Govern, Patronales y Sindicatos).

Los resultados electorales en Alemania, probablemente configurarán un gobierno tripartito (Socialdemócratas, Verdes y liberales) presidido por Schloz, liderando un gobierno plural y progresista, reconociendo la transición ecológica. España, y nuestra Comunidad, tiene los mismos retos. Es clave la estabilidad y la gobernabilidad. La oposición todavía no acepta la «legalidad» (?) de un gobierno de coalición social-Comunista (?). Desde un Parlament plural y un Govern Tripartito, con sus debilidades y errores, se han gestionado las consecuencias sanitarias. El Govern, con Patronales y Sindicatos, sigue estando al pie del cañón haciendo frente común al crack socioeconómico. Resta por ver qué proyectos estratégicos obtendrán el visto bueno de la UE. Y llegado a este punto, regreso a mis quehaceres habituales.

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