En esta trilogía de artículos, en la que hemos abordado de forma exhaustiva cuál es la realidad de nuestra precaria Atención Primaria, con datos que nos han facilitado nuestros colegas y coordinadores, la conclusión cae por su propio peso. Pero, ¿quiénes son las víctimas? Es obvio: los pacientes, sus familias y los profesionales.

Desgraciadamente hemos llegado a una situación que, en muchos casos, ya puede ser irreversible. La desmotivación del personal médico se va acrecentando, la sensación de que el trabajo no se está haciendo bien es diaria, hasta el punto que el propio médico se cuestiona si ésta es la especialidad para la que uno se preparó. Además, existe una falta de reconocimiento por parte del IB-Salut hacia su labor, por lo que todo ello favorece que la fuga de médicos de familia sea constante.

Y aquí los datos, otra vez los datos son claros. ¿Cómo puede ser que de las últimas promociones de médicos de familia que formamos en nuestras islas, ni el 30% quieran ejercer en una consulta de un centro de salud? ¿Cómo puede ser que médicos de familia con años de profesión se planteen, o bien salir de las islas a ejercer en su comunidad de origen o bien en cambiar su actividad cotidiana a 061, urgencias hospitalarias o cualquier otra actividad relacionada o no con la medicina? Se nos puede llenar la boca con que este año 50 médicos de familia iniciaran la residencia, pero... ¿cuántos perderemos por el camino?

Al médico de familia se le exige que realice consultas presenciales, telefónicas, domicilios, emergencias, informes, bajas, cirugía menor, ecografía y un sinfín de actuaciones. Pero claro, si tuviésemos cupos de 1.300 pacientes, como recomiendan todas las sociedades científicas relacionadas con la medicina de familia, y no de 1.800/2.000 como tenemos, si tuviésemos una partida presupuestaria por paciente adecuada y no mínima, como la tenemos (Balears está entre las tres comunidades con peor asignación económica medico paciente) y si no tuviésemos una precariedad contractual en nuestros médicos de familia, que roza el 45%, quizás, no lo sé, la situación sería diferente.

La Primaria es hoy la medicina de la prisa y la hiperactividad que endurece el corazón. Todo es frenético en los 5 a 10 minutejos en los que se deteriora el ADN de nuestro quehacer: la relación médico paciente. El contexto asistencial, en el cual el máximo responsable es la administración, es generador de muchos de los conflictos y malentendidos entre los pacientes y sus médicos.

Pero el futuro todavía es más amenazante y sombrío. Los médicos de Formentera tienen 2.443 tarjetas sanitarias por médico, en Ibiza 2.127, en Menorca y Mallorca unas 1.900 aproximadamente. Y no contamos los desplazados (turistas) ni la población flotante. Pero, para que la tormenta sea perfecta, el incremento demográfico es del 35% en nuestras islas, donde destaca Ibiza con un 60%. En los próximos años, Baleares tendrá aproximadamente 1.400.000 habitantes. ¿Se imaginan los recursos sanitarios que necesitaremos?

 Históricamente, el déficit de médicos de familia en las islas es evidente, pero el futuro que nos viene por delante no puede ser más descorazonador y alarmante. En los próximos años se jubilarán 20 médicos de familia por año. No hay recambio generacional, por mucho que se quiera confundir a la población con el ya conocido mantra de que la asistencia está asegurada. ¿Y qué haremos entonces? ¿Pediremos a nuestros médicos todavía un esfuerzo mayor? Porque, recordemos, esta situación actual, pandemia incluida, estamos sobrellevándola por la innegable implicación diaria de nuestros médicos, por su compromiso con sus pacientes y su ética profesional. Pero se llegará a un límite, porque todo vaso acaba rebosando.

 Al final, todo esto tiene un afectado claro y con nombre propio: el paciente. En muchos casos, días de espera para que le visite su médico, si tiene la suerte de coincidir con él. En otros casos, meses de espera para visitar a su especialista. Y la pregunta que se le puede hacer es: ¿está usted satisfecho con la atención medica comparada con la de hace 10 años? Si la respuesta es positiva será porque la paciente aún continua en las manos de su médico de familia de siempre, que la conoce por su nombre, esencia de nuestra especialidad. Pero, en su gran mayoría, la respuesta será negativa porque la realidad es tozuda.

  Necesitamos «mano de obra», necesitamos médicos de familia, necesitamos que se cuide a los que tenemos, se los incentive. Se necesita captar con contrataciones fijas a los médicos que acaban y a todos estos médicos que durante años están ejerciendo en la precariedad. En el momento en que tengamos más médicos la rueda funcionará, pero si no actuamos ya el futuro es negro, muy negro. Señores políticos, responsables de todo esto, la pelota está en su tejado y la responsabilidad también. Basta de palabras vacías, de estadísticas orientadas a la confusión y cuiden a sus médicos de Primaria, cuiden a sus pacientes, a los que tanto quieren y que están sufriendo y sufrirán la horrorosa gestión de la Atención Primaria.