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Miguel Vicents

El debate fue un monólogo

La presidenta Armengol convirtió el debate de política general en el Parlament en un monólogo con una única réplica, la suya, tal es la consideración que le merecen sus socios de Govern y el principal partido de la oposición, que en ausencia obligada de la nueva líder de la formación en Balears, Marga Prohens, estrenó portavoz en el debate, el economista Toni Costa. Quizá Armengol piense que todas las demás formaciones son meras comparsas, que con prestar atención a sus palabras y tomar nota ya tienen suficiente. Pero tal vez no era necesario escenificarlo de una forma tan cruel. Les obligó a escuchar un discurso de noventa minutos sobre los logros del Govern contra la pandemia, pronunciado, sin embargo, con poquísimo entusiasmo. Para acto seguido, en la segunda jornada de la sesión parlamentaria, minimizar cada una de sus intervenciones con una réplica final conjunta, donde además anunció el acuerdo con el Gobierno para compensar la insularidad en los Presupuestos Generales del Estado de 2022. No hubo, por tanto, ningún cara a cara porque Armengol no lo quiso. No hubo debate porque Armengol lo evitó. La presidenta renunció expresamente a medirse con ningún líder político, a exhibir sus demostradas virtudes parlamentarias en el ecuador de la legislatura y además a hacerlo ante los ciudadanos y sin intermediarios. Así que no busquen los mejores momentos del debate, porque no hubo debate. Quizá porque nuestros políticos solo están dispuestos a escucharse a ellos mismos, pero pocas veces a los ciudadanos que les votan. «Salga del búnker», le aconsejó el portavoz del PP a Armengol en su intervención, un búnker que evita cualquier atisbo de diálogo y cercanía con los ciudadanos y alimenta la desafección política.

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