Diario de Mallorca

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Alex Volney

La rueda de las armas afiladas

Portals. (primer tercio S.XX). Stephen Laszlo

En estos días, después de las imágenes y las desinformaciones pertinentes de algunos medios, el continente europeo que debiera ser regido por estadistas de un gran calibre político va dejando a la vista ciertos retos. En Alemania la señora Merkel está a punto de hacer las maletas. En Francia Macron intenta marcar el paso en momentos muy complicados, desde que llegó al Elíseo todo son muestras de nuevo porte, de liderazgo sin fisuras en un contexto que a cada capítulo exige nueva gesticulación. En Londres Boris Johnson, después de Cameron, se encuentra ante nuevos paradigmas provocados por la política más temeraria que ha vivido el Reino Unido en consecutivos decenios, pues la soberanía escocesa y la reivindicación de Irlanda nunca estuvieron tan cerca de llegar al objetivo, entregado este en palangana por aquellos que no calcularon sus movimientos a medio plazo. En Rusia, Putin con su perpetua preocupación por devolver cierto liderazgo mundial a un país en continuo conflicto. Los grandes hombres se miden en ciertas latitudes por la cantidad de cadáveres que van dejando a su paso. Es la gran contribución de ciertos personajes. En la actual China estos actúan mimetizados dentro del mismo estado y su maquinaria que lo va invadiendo comercialmente todo de Oriente hasta Madagascar.

Erdogan en Turquía o el defenestrado Trump a ritmo de sus Village People, con sombrero de búfalo incluido en la performance final. Irán, Venezuela, Nicaragua, Brasil... tras cada gran desastre del tipo que sea se esconde un gran hombre.

Se entiende perfectamente que este momento histórico requiera de más payasos o incluso de vedettes que vayan amenizando el panorama, pero la peli que dan en el noticiario, al final, la pagaremos todas y todos. Vamos a pasar de ser testigos a en algún momento ser irremediablemente protas. Estamos faltos de grandezas y de hechos excepcionales que nos saquen del tedio, nunca hay suficiente. Los grandes hombres siempre interpretan el papel de infalibles o redentores de la especie. El origen de los mesías siempre va ligado al anhelo de un guía o la necesidad del continuo espectáculo. Estos grandes lumbreras que iluminan el camino siempre han terminado en debacle y oscuridad. En estos tiempos que nos han tocado si no hay un gran estadista o un gran hombre cerca y a la vista podemos respirar hondo. La libertad personal va menguando en su cotización y cada día sigue disminuyendo. La suerte colectiva, cada vez más, va ligada a ciertos mantras que la tecnología impone y que solamente unos pocos saben descifrar. El recibo de la luz es un doméstico y patético ejemplo.

Portals. (primer tercio S.XX). Stephen Laszlo Stephen Laszlo

Hoy, ahora, los grandes hombres van poblando las redes en diferentes campos y en variados sectores siempre demostrando lo bien que se lo montan o lo bien que se ganan millones de euros en pocos días o incluso lo bien que se roba en tus narices. Grotescamente inflados de manera estudiada invaden cualquier plataforma o soporte electrónico que paralelamente deriva en un fulminante bajón ante una simple imagen, la de un presidente en zapatillas, decepcionante. Preocupación máxima y terror desconcertante de toda una opinión pública ante tal muestra de incomprensible debilidad. Cómo se atreve.

Parece ser que un líder no puede ofrecer la misma imagen dirigiendo un país que a punto de bajar la bolsa de envases o incluso de la orgánica. Dónde se ha visto en un país que anhela a marchas forzadas el revival del terror de la cercanía de un gran hombre aunque su bigotillo o su vocecilla no sean del todo marciales, pero que al menos sepa firmar penas de muerte cuando es debido y sin temblor de manos, por Dios.

Personalmente, lo de quemar fotografías de grandes hombres es una de las estupideces más grandes que ha concebido la izquierda. Si sus vidas coinciden en algún momento con la de un gran hombre les deseo mucha suerte y que puedan ponerse a salvo lo antes posible, pero no hace falta practiquen el inútil vudú de la quema.

Final veraniego: En la fabulosa imagen ese precioso tramo de costa calvianera se vio en el siglo pasado adornado por ondeantes banderas con la esvástica y poblados mítines de los subordinados del amanerado aquel del bigotillo cuadrado. Ese gran intelectual incomprendido y muchos más creyeron que todo ese tinglado iba a ser infalible, y eterno y ya ven…

Les regalo esta preciosa estampa de principios del S.XX por si nos volvemos a adentrar en la cueva, en todos los sentidos posibles, -les aconsejo el chapuzón incluido - les va a permitir comprobar que muy pocas cosas permanecen. Aunque nada tan frágil como un incuestionable liderazgo, ni nada más eterno que un perfil de costa moldeado por el agua y por el viento. O nada tan bello como el orden que procede de la implacable violencia de la Ley Natural. Ella sola y sin secuaces. Sin grandes hombres. Devolviéndolos al polvo.

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