El sábado me levanté temprano. Salí a la terraza de mi casa en Porreres y olía a algarroba. Me pareció increíble, pero ya saben que es un olor inconfundible. Seguramente la canícula de estos días concentró los aromas. Salí a dar un paseo por los caminos de alrededor. En los algarrobos son visibles los frutos maduros. En un par de fincas pude ver las mantas estiradas debajo de los árboles, y algunas personas vareando. Se cruzó alguna furgoneta que tenían toda la pinta de ir a recoger algarroba. En otro predio de la carretera hacia Felanitx vi unos cuantos sacos llenos y pensé en el riesgo que corría el dueño. Al regresar, pasé por delante de la cooperativa. Vi un contenedor ya completo y dos operarios amontonando la algarroba en una esquina. En la cocina tengo una botella preciosa de salsa de algarroba. Una exquisitez obsequio de Joana y que les recomiendo para acompañar ensaladas, arroces o carnes. Todo esto es parte de la economía que mueve la algarroba.

El sector de la algarroba es uno de los más prometedores para el campo balear. Las Islas Baleares concentra el 36% de la producción de toda España y el 22% de la producción mundial. Son 10.670 ha de algarrobo declaradas, que en un buen año producen 19.000 toneladas. Haciendo algunos números rápidos, las 19.000 Tn, a un precio medio de 1€/kg aportan 19 millones de euros, a los que sumamos 4,75 millones de euros a 0,25€/kg por el coste del troceado y otros gastos diversos. La venta de las 2.470 toneladas de garrofín obtenidas, a un precio de 10€/kg son 24,7 millones de euros y la venta de las 16.530 toneladas de pulpa a 0,08€/kg, son otros 1,32 millones de euros. 26 millones de euros a lo que hay que sumar el valor añadido de la producción transformada en la goma de garrofín, harinas, salsas, azúcares y otros productos. Hablamos de cerca de 40 millones de euros que se mueven de aquí a noviembre, y que tienen la virtud de estar socialmente muy repartidos entre los 2.688 titulares de explotación, las 564 explotaciones preferentes y prioritarias, las personas que trabajan recogiendo la algarroba, los 10 almacenes, 9 troceadores, 14 cooperativas de primer grado, 2 cooperativas de segundo grado, 2 industrias transformadoras, transportistas y demás servicios.

La algarroba pasa por un excelente momento, pero tenemos que poner las bases para que sea sostenible. Estamos en el momento clave para ello. Los retos son claros y están recogidos en el Plan de Restructuración de Frutos Secos de las Islas Baleares que aprobamos este mismo año. Resulta necesario avanzar en investigación y experimentación en el manejo agronómico del cultivo para conseguir producciones más regulares, seleccionar las variedades de mayor rendimiento en garrofín, aumentar ligeramente la superficie, y renovar y mejorar la estructura de las plantaciones. La inversión en plantaciones experimentales y en mejora varietal ya es un hecho. Tenemos base suficiente para lograr el reconocimiento de la IGP Algarroba de Illes Balears. Es necesario ordenar en lo posible las transacciones económicas dentro del sector para lo que hemos empezado a reunir a todos los operadores de la cadena. Hay que apoyar proyectos de inversión para valorizar no solo el garrofín, sino también la pulpa, que supone el 85% del fruto. Se ha definido un proyecto ambicioso, y que hemos presentado a los Fondos Next Generation, en el que participan, no solo las cooperativas de Mallorca e Ibiza, sino también cooperativas de Cataluña y la Comunidad Valenciana, y que aglutinará el 75% de la producción de toda España. Finalmente, hay que dar el paso para poder establecer los precios de referencia de algarroba y garrofín desde Balears. El alto rendimiento de nuestra algarroba y el reconocimiento internacional de la calidad de nuestro garrofín es un hecho, y esto nos permite trabajar para que de acuerdo a la normativa estatal, pongamos en marcha una lonja de referencia a nivel nacional que contribuirá a estabilizar el mercado y consolidar el sector. Vamos a ello.