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Verónica Fumanal

Por un adoctrinamiento en igualdad

Cartel retirado de la cantante Zahara, caracterizada como una Virgen y con una banda en la que se puede leer Puta, el nombre de su álbum.

Verano del año 2020. Recién salidos del primer confinamiento por covid en España, una joven en Zaragoza es secuestrada, drogada y violada por una manada de una banda latina y un año más tarde, la justicia española inicia un proceso por las pruebas en vídeo que lo demuestran, pero la víctima no quiere denunciarlos por miedo. Si esto no te estremece no sé qué podría hacerlo. Al otro lado del charco, verano del año 2021, el todopoderoso gobernador demócrata Andrew Cuomo se ha visto obligado a dimitir por un escándalo de presuntos abusos sexuales a varias mujeres; varios días después de su publicación, el solo informe de la fiscalía ha bastado para que todo el Partido Demócrata, presidente de EEUU incluido, lo forzaran a que dejara el cargo. ¿En qué país las mujeres se sienten más protegidas frente a sus agresores? Hablemos de adoctrinamiento.

31 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en el año 2021 (cuando escribí el artículo, pero la macabra cifra sube sin control), los delitos sexuales en el primer trimestre de 2021 suponen un 7% más que en el mismo periodo del año 2020, un total de 3.448. Entre ellas, la que más ha crecido es la agresión con penetración, un 11% más que el año pasado. ¿Y todavía es necesario explicar por qué es imprescindible que la educación pública tenga una perspectiva de género? Pero las cifras así escritas con tantos por ciento resultan frías, muchas veces carentes de la necesaria humanidad que requiere la activación de las neuronas espejo, aquellas que nos permiten la empatía. Activémoslas.

Estás leyendo este artículo; por lo tanto, te presupongo una cierta sensibilidad feminista. Aún así te propongo un ejercicio tan tabú como liberador: pregunta a las mujeres de tu entorno si en alguna ocasión se han sentido violentadas por el hecho de serlo, si se han sentido intimidadas por el sexo opuesto, vejadas, asustadas. Te vas a llevar una sorpresa. Invita a otros a que lo hagan. Solo así conseguiremos que cada vez más personas pongan rostro a una cultura que tradicionalmente ha considerado a las mujeres ciudadanas de segunda.

Y efectivamente, existen guardianes de esa cultura patriarcal que pretenden que nada cambie bajo el lema de que «ya tenemos igualdad plena». Qué contrasentido: los machistas hablando en nombre de la igualdad para no alcanzarla nunca. Esos son los que reclaman a que sus vástagos no se les eduque en una cultura igualitaria, los que gritan que los valores se enseñan en casa… Un argumento parecido el que se esgrimió contra la ley de José Luis Rodríguez Zapatero contra la violencia de género: «Lo que pasa dentro de una casa, se queda en esa casa». Han pasado 10 años, las mujeres siguen siendo asesinadas, siguen temiendo denunciar a sus agresores porque la sociedad las cuestiona, siguen teniéndose que esconder cuando dan el paso de interponer una denuncia porque solo les puede proteger el anonimato, siguen siendo las que tienen que gritar que un maltratador nunca puede ser un buen padre, siguen sin que la justicia esté de su lado. Y si todavía pasa esto, es que sí necesitamos adoctrinamiento en igualdad, un adoctrinamiento que destierre el machismo de la cultura en la que nos desarrollamos social y políticamente.

Los que claman contra el adoctrinamiento en valores cívicos de igualdad, ecologismo, diversidad sexual, son los que abogan por que el adoctrinamiento apostólico y romano siga siendo parte del currículum del estudiante. Son los que prohíben un cartel de la artista Zahara en Toledo porque violenta sus valores religiosos. Son los que dicen querer educar en valores a sus hijos en casa como se ha hecho toda la vida, los mismos que defienden una cultura tradicionalista y patriarcal y pretenden que sus hijos la reproduzcan en el futuro. La educación pública no solo debe enseñar competencias en Matemáticas, Lengua o Física; debe educar y socializar, que es lo mismo que mostrar lo que es convivir en la sociedad desde el respeto a la diversidad y la igualdad a todas y cada una de las personas, independientemente de su ideología, género y orientación sexual o religiosa. Y esto no es un programa electoral, son derechos humanos.

Dejemos de hacer el juego semántico a los que engañan con sus palabras. No es adoctrinamiento, es educación. España no es un país igualitario, todavía. Por eso es imprescindible el rol de la educación pública, para que un día pueda serlo. Las doctrinas religiosas, cada familia las suyas y siempre desde el respeto al resto. La doctrina en igualdad y democracia en la escuela pública para formar unos ciudadanos libres e iguales como marca nuestra Constitución. Porque en agosto de 2021 la doctrina feminista sigue siendo imprescindible. Ni una menos, yo sí te creo, viva Zahara.

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