Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

Messimanía y madrileñofobia

Creo que el título que he dado a este artículo puede resumir lo que ha sido informativamente la segunda mitad de la semana en nuestro país.

Aunque habría que añadir la monserga diaria con los datos de incidencia, vacunación y altas hospitalarias por el coronavirus, parte de una clara estrategia para intentar alcanzar la llamada inmunidad de rebaño.

Debo confesar que nunca he sido forofo de ningún equipo de fútbol, ni siquiera los de mi ciudad natal, Madrid, y que hay algo que me repugna profundamente de lo que es ya sobre todo un espectáculo global que mueve millones.

Nunca he entendido en efecto que se paguen cantidades astronómicas a ciertos jugadores, por muy estrellas que sean, en un país en el que los científicos tienen que empalmar contratos basura si es que encuentran trabajo.

Un país que parece que quiere seguir haciendo honor así a la famosa frase de nuestro Unamuno más racial: «¡Que inventen ellos!».

¿Cómo explicarse que, en lugar de provocar profunda indignación el hecho de que jugadores como Messi defrauden con sus millones a Hacienda, fueran en cambio aplaudidos por cierta gente cuando los llaman a declarar?

Igual que debería avergonzarnos como españoles el hecho de que haya compatriotas que jalean como héroes a futbolistas o toreros acusados de maltratar a sus mujeres.

Al margen del caso Messi, cuya salida del Barça, parece haber provocado un trauma nacional, el asunto político de la semana es uno al que nos tiene ya acostumbrados la inimitable Isabel Díaz Ayuso: su insistencia en acusar al Gobierno central de «madrileñofobia».

Tiene bien aprendida la presidenta de la Comunidad madrileña la estrategia populista de fomentar un falso sentido de identidad erigiendo barreras mentales frente al «otro».

El abecé de los populistas pasa por crear antes de todo un enemigo, en este caso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que, aunque madrileño, odia supuestamente a Madrid.

Es como si el PP madrileño hubiese aprendido esa estrategia directamente de los catalanes del cansino «España nos roba».

Una vez creado el enemigo, hay que proyectar sobre él todos los estereotipos, los miedos y prejuicios de la mayoría para explotarlo políticamente, que es de lo que únicamente se trata.

Díaz Ayuso habla así de los «madrileños» como si se tratase de una comunidad homogénea de la que ha decidido erigirse en santa patrona.

Una comunidad compacta en la que parece que no importa lo más mínimo el hecho de que, como en otras, haya ricos y pobres, trabajadores que no llegan a fin de mes y rentistas que viven a lo grande.

Una comunidad que se beneficia de la concentración en su seno de todas las instituciones del Estado así como de un modelo radial de infraestructuras en detrimento de las periféricas.

Y que, con sus bajadas y bonificaciones impositivas, practica además un claro dumping fiscal para atraer empresas y patrimonios, algo que no se cansan de denunciar otras comunidades que se sienten perjudicadas.

La respuesta del Gobierno de la Comunidad madrileña es invitar a las demás a bajar los impuestos con el argumento, ya desacreditado en todo el mundo, de los beneficios del llamado «efecto derrame» o «economía del goteo».

Es decir con la ficción de que el hecho de reducir los impuestos a las empresas y a los ricos sirve sobre todo para generar más empleo, con lo que la gente gasta más y aumenta la recaudación de Hacienda.

Compartir el artículo

stats