Esta semana he podido leer el último documento de la Conferencia Episcopal de España donde se analiza la situación de la sociedad y de la iglesia en nuestro país. La parte eclesial la dejo para los que somos católicos encareciendo a que lo leamos y reflexionemos.

Me fijaré en la parte que analiza a nuestra sociedad y lo primero que debo decir es lo acertado que es su diagnóstico que puede apoyar incluso gente no creyente. Es un certero y valiente análisis de lo que estamos viviendo.

Comparto totalmente este análisis que define nuestra cultura actual como relativista, donde no hay valores absolutos y todo depende del punto de vista subjetivo y de los grandes grupos de poder. Y por lo tanto la norma suprema del comportamiento deriva del consenso social positivista (o sea las leyes aprobadas por mayoría-eutanasia, aborto, etc.) y todo queda a los pies de los intereses de quienes pueden imponer su voluntad , vociferado por el llamado nuevo imperio digital, que hace desaparecer la distinción entre lo verdadero y lo falso, la realidad y la ficción, el bien y el mal.

Llegamos así al transhumanismo, una nueva especie de hombre mejorado que ha de propiciar nuevos modelos familiares, económicos, políticos y espirituales que nos dirigen directamente al nihilismo más descarado.

Ya no somos capaces de saciar la sed de felicidad a pesar de poseer más medios y posibilidades que nunca en toda la historia de la humanidad.

Pero no creamos que todo esto sea fortuito sino premeditado para deconstruir y/o desmontar toda la visión cristiana que nos dirige inexorablemente a una concepción neopagana que pretende construir una sociedad nueva, para lo cual es preciso deconstruir lo que hay.

Estamos ante un constructivismo antropológico de las todopoderosas corrientes ideológicas de género con la aceptación social del aborto y la eutanasia; un constructivismo histórico y pedagógico, para lo cual es preciso deconstruir pues, como dice Francisco, «la libertad humana pretende construirlo todo desde cero».

Además todo ocurre sin dolor, pues la cultura de masas, basada en emociones y sensaciones, está consiguiendo que esta deconstrucción se viva de manera indiferente, y aún más, como un éxito de esta neo libertad.

Consecuencia de todo esto estamos cambiando una sociedad moderna que buscaba sus raíces en los grandes principios ideológicos y en las grandes causas, por una sociedad posmoderna que es líquida y voluble. Llegando a las estrategias mediáticas y políticas basadas en la posverdad.

¿Y qué es lo que hay que deconstruir? Pues está muy claro, el matrimonio, la maternidad, la familia, la vida, la antropología del sexo. ¿Y la sociedad actual qué puede hacer para protegerse ante esta falsa posverdad? No quedarse indiferente ante todo este proceso, profundizar con el estudio y la lectura de los grandes pensadores que están advirtiendo de este suicidio colectivo, y tener la osadía y la valentía para oponerse a esta brutal deconstrucción que nos llevará a la mayor de las frustraciones e infelicidades que ha vivido una sociedad a lo largo de toda la historia de la humanidad.