Diario de Mallorca

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Ya no existe día sin sobresalto para los que admiran la lengua castellana. A la vicepresidenta y ministra de Trabajo parece que le abruma la cifra de parados del país, 3.416.498 (dato a julio 2.021), un paro escandaloso, el más alto de Europa y pretende desde sus responsabilidades ministeriales, -que deberían estar relacionadas exclusivamente en procurar trabajo a los españoles-, distraer la atención del brutal problemazo, entrando en el terreno de la neologística, de forma intencionada o por una posible afasia,- trastorno cerebral que se manifiesta en un descontrol del lenguaje, utilizando palabras que no conectan con la lengua regulada-. Se ha sumado Yolanda Díaz a su compañera de partido, Sra. de Iglesias, (Podemos) feminizando cualquier vocablo por incoherente que sea el resultado. Ahora propone sustituir la palabra «patria» por «matria», ignorando la muy iletrada que el sustantivo «patria» es del género femenino y su pretendido neologismo, «matria», nada añadiría al desbocado feminismo. «Matria» no está reconocido por la Real Academia de la Lengua. Se debería de exigir a un miembro del Consejo de Ministros algo de aplicación y conocimiento de lingüística. Yolanda Díaz ha pretendido justificar su aportación a la lengua castellana buscando apoyos en escritores conocidos que la han utilizado en algún pasaje literario, pero tergiversa el sentido que le dieron estos ilustres escritores, quienes lo utilizan siempre sin ninguna relación con la tierra de nacimiento, ni con el Estado, sino como un lugar interior, propio, íntimo. Algunos escritores ingleses han empleado «motherland» en este mismo sentido.

Sigue el camino trazado por la ministra Montero, que como buena populista está forzando ridículamente la lengua, («miembras del consejo de ministras», «sujeto/sujeta», «portavoza», «solo/sola, sole», «hijos, hijas, hijes»,… «fuerzas y cuerpas de Seguridad del Estado»). Con todas estas chuminadas y tanto desconocimiento de la lengua hasta mi ordenador se rebela y, colorea en este artículo «palabros» en rojo por tratarse de léxico inexistente y malsonante. Y estas memeces no pueden encontrar apoyatura alguna en Unamuno, Borges, o Virginia Wolf, que sí utilizaron en algún momento el neologismo «matria», aunque en sentido literario o poético, como un lugar entrañable en el que desarrollar un espacio oportuno, personal. Tema este que la Sra. Díaz evidentemente debe desconocer a tenor de su escasa formación y del currículo presentado cuando fue nombrada ministra, pues introdujo, ni más ni menos, que tres masters falsos, -en recursos humanos, en relaciones laborales y en urbanismo-, ¡que poca seriedad! ¿Porque no se centra Díaz en el problema del paro en vez de hacer penosas aportaciones lingüísticas?

Si estas chorradas prosperasen ello supondría un gasto adicional a incluir en los presupuestos. Se deberían cambiar los rótulos de entrada en las puertas de los cuarteles de la Guardia Civil, de los acuartelamientos, de las policías, en los que figuran desde la Guerra de la Independencia contra los ejércitos napoleónicos «Todo por la patria». ¿No hay temas más urgentes e importantes a los que dedicar tiempo y trabajo y que resulten útiles para el país? Pero claro también hay que tener en cuenta que la palabreja puede tener sentido para muchos que están chupando de la teta del Estado, la «matria» en este caso sería mujer que los parió y por supuesto soltera. Finalmente hay que pensar en un asunto importante relacionado con esta estupidez, que los asturianos se quedaran desorientados cuando entonen su histórico cántico y vocalicen «Asturias matria querida…». Y los cubanos, cuyo gobierno es de la misma cuerda política que la de la Sra. Díaz, deberán cambiar su grito revolucionario y vociferar «Matria o Muerte» en vez del «Patria o Muerte» actual. ¡Menudo lío están armando! Y, tal vez con ellos, los cubanos, un conflicto diplomático, por supuesto «democrático».

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