Vender leche de vaca a menos de 0,70€/litro es «vender sangre de ganadero». Comprar leche a menos de 0,70€/litro es «beber sangre de ganadero». Los ganaderos y ganaderas de leche están en pie de guerra y motivos no les faltan. Los precios que reciben por la leche no cubren los costes de producción. Este es el drama de un sector muy profesionalizado y que nutre a los hogares de un alimento básico. El tema es recurrente y en esta ocasión, el detonante ha sido el Estudio de la cadena de valor y la formación de precios de la leche líquida aprobado por el Pleno del Observatorio de la Cadena Alimentaria el pasado 9 de julio.

El sector lácteo fue uno de los primeros en implantar los contratos normalizados. Todo ganadero que entrega leche a un operador tiene en su contrato un precio establecido. Los contratos, con todas sus deficiencias, han dado estabilidad al mercado y no creo que nadie quiera volver atrás. Pero lo que no se ha logrado es una negociación transparente, que permita fijar un precio justo que cubra costes de producción y garantice una renta digna.

Mientras que el precio medio de la leche abonado a los ganaderos está en 0,327€/litro, el coste de producción alcanzó la media de 0,356€/litro. Las explotaciones sobreviven con los ingresos que les llegan vía subvenciones, porque todos los miembros de la familia asumen un alto grado de autoexplotación laboral, con sobreendeudamiento y por el juego en el cálculo de las amortizaciones. Para las explotaciones de Illes Balears la situación es todavía peor. Mientras que sus costes de producción están en la banda alta de los 0,384€/litro, el precio medio en 2020 fue de 0,321€. Pero el dato esconde una realidad muy dura. El precio medio pagado en Mallorca está en 0,358€/litro, pero en Menorca no supera los 0,31€. Una situación insostenible para una de las bases de la economía menorquina, como reconocen abiertamente algunos representantes de la industria.

Por su parte, las industrias vendieron la leche a la distribución en una horquilla entre los 0,50 y los 0,59 euros, pero los costes de industrialización suponen entre 0,21 y 0,69 €/litro, por lo que su beneficio, en el mejor de los casos, ronda los 0,012€ por litro. Finalmente, en la fase de la distribución los costes se sitúan en torno a los 0,16€/litro para acabar el cartón de leche en los lineales a unos precios venta al público entre 0,57 y 0,79 euros.

Ya dijo un economista de pelos alborotados y barba poblada que es de ser necios confundir valor y precio. El precio final no está remunerando el valor generado a lo largo de la cadena y el más perjudicado es el ganadero o ganadera. El Panel de Consumo Alimentario indica que un 41% de la leche líquida que se vende en España está en el rango de precios entre 0,55 €/litro y 0,60 €/litro, y un 30% entre 0,60 y 0,70€/litro. La realidad es que la distribución utiliza la leche como uno de sus productos reclamo a través de sus propias marcas blancas, que ya representan el 56% de todo lo comercializado. Las industrias con marca propia, ya están envasando casi la mitad de su producción como marca blanca y con unos contratos de suministro leoninos. Conglomerados como Lactalis, juegan en todas las bandas dejando al ganadero absolutamente vendido. Finalmente y poco a poco, el precio de la leche de marca blanca es el que se queda como referencia para toda la cadena y para todos los operadores, con independencia de cuál sea su producto. La misma distribución ha acostumbrado al consumidor medio a que el precio de un litro de leche esté en los 0,60€ y esto no es posible. Mientras tanto, en Balears, tenemos un camino urgente que recorrer si queremos futuro para el sector lechero. El objetivo que nos debemos marcar el conjunto de los actores es subir el precio que se paga por la leche al ganadero para llegar a un objetivo de viabilidad. El camino pasa por la concertación y el compromiso ineludible de las cadenas de distribución a las que habrá que convencer de que es lo mejor para todos.