Diario de Mallorca

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En pleno verano, la tierra por su posición más cercana al sol absorbe cuantiosa energía, los humanos, animales, vegetales la reciben, la transforman y la aprovechan, estamos en el periodo del año en que deberíamos tener mejor ánimo. En las personas, la energía positiva es una fuerza que fluye cuando organizan su mente y su corazón con los aspectos amables de la vida. La RAE la define como una capacidad para realizar algo con fuerza. Hace unos días me encontré con un conocido y charlamos un rato de asuntos muy variados, cualquier tema, para él, era difícil e imposible de arreglar, la crítica hacia nuestros conocidos fue constante. Cuando nos despedimos tuve la extraña sensación de que todo iba mal y que además empeoraría. Me senté en una terraza de un bar y pude observar que mucha gente joven se paseaba hablando alegremente, lo cual me hizo pensar sobre el por qué algunas personas están situadas en sentido contrario a la positividad, porque generan tanta incapacidad, porque carecen de fuerza para llegar a algo interesante, se alimentan de la queja, se estancan ante los problemas y no buscan solución, incluso se preocupan por algo que ni tan siquiera ha pasado, ni pasará, llegué a la conclusión de que están impregnados de energía negativa. Son personas virulentas que absorben las ilusiones de los otros, contagian emociones negativas, te hacen sentir desolado, transmiten su malhumor, su tristeza, son como los virus, se acercan e infectan. Son seres que tienen la habilidad de dejarte a disgusto, de bajar la moral, sentir un gran cansancio, absorben toda positividad de su interlocutor. Su tema de conversación es la queja, la crítica, el derrotismo ante cualquier obstáculo, su pensamiento se centra solamente en lo que puede ir mal. Cuando nos marchamos le advertí que no me gusta hablar mal de los demás si no están presentes. Estas son personas hostiles, con los que hay que mantener cierta distancia.

La universidad de Ohio ha investigado el por qué hay personas que siempre hablan y recuerdan desgracias antes que situaciones agradables y ha llegado a la conclusión que se aprende más de las experiencias negativas que de las positivas. También la universidad de Pennsylvania ha realizado otro estudio en el que demuestra, que aunque hoy existen menos riesgos de no sobrevivir, la mente continua reaccionando igual que en tiempos de los neandertales y sigue funcionando así porque el cerebro está programado para enfocarse en lo negativo, como instinto heredado y defensivo para hacer frente a las adversidades, para sobrevivir como especie. O sea que las raíces neurológicas de la negatividad existen y solo los que hacen caso al instinto del miedo o temor reaccionan de forma adaptable. Al cerebro no le importa la felicidad sino su supervivencia. ¡Vaya coñazo!

O sea que las raíces neurológicas de la negatividad existen y solo los que hacen caso al instinto del miedo o temor reaccionan de forma adaptable

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 Los que están afectados por ese virus de negatividad son tipos muy variados, los hay pasivos, victimistas, todo lo que ocurre de malo es culpa de los demás, si estás bien en aquel momento del encuentro acabarás sintiéndote mal por no estar como ellos, contagian su cabreo vital, la tristeza e incluso el miedo. El origen de su actitud podría también encontrarse en el egoísmo o en su estupidez. Son criticones por naturaleza, viven la vida de los demás porque la suya no les gusta y destrozan a todos los que les rodean. Estos envidiosos son unos fracasados, no soportan el éxito de los demás, a todo atribuyen peros y mala intención. También los hay que son auténticos psicópatas que infligen dolor, humillan y menosprecian, sin sentirse culpables.

 Cuando nos despedirnos le dije que no me gusta hablar de rumores, ni me interesan las críticas hacia personas que no está presentes y por favor antes de irte dime algo agradable, o positivo, no lo conseguí… John E. Steinbeck, escritor norteamericano, (California 1902-1968), premio Nobel de Literatura, autor entre otras novelas de Al este del Edén y Las uvas de la ira, escribió que «las personas que sufren tristeza del alma pueden matarte mucho más rápido que una bacteria».

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