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Jorge Fauró

La lista de Diana

Los gustos musicales ‘indie’ han unido a la ministra de Ciencia y a Pedro Sánchez, antaño divergentes en el partido

La ministra de Ciencia, Diana Morant EFE

Las personas se catalogan entre sí por los criterios más variopintos, y ese inventario de rasgos determina el tipo de afinidad que podemos llegar a mantener entre nosotros. Hay tantas formas de sentir filias y fobias como particularidades componen nuestra personalidad. En mi caso, lo que determina mi interés o desinterés por las personas tiene que ver con los gustos musicales, de modo que mi particular nacionalismo interior está más ligado con la habilidad de un punteo de guitarra que con el color del voto que se introduce en la urna.

A mí me cae bien Andrea Levy, que es del Partido Popular, tanto como Diana Morant, la nueva ministra de Ciencia del Gobierno de Pedro Sánchez. Luego vendrán el juicio político y el análisis, pero lo primero que hago si trato de hacerme una idea de cómo es un cargo público es indagar en sus gustos musicales, en busca de una primera impresión. Esa faceta condiciona absolutamente mi primera opinión, y en ambos casos, las dos mujeres cuentan con mis respetos en cuanto a lo musical.

La biografía de nuestros políticos está alimentada por la falsa semblanza que a menudo les fabrican sus asesores. Expertos en comunicación y mercadotecnia les arman perfiles en Facebook, Twitter o Instagram como quien construye un personaje en función de las perspectivas electorales del cliente. En cuentas de redes sociales que a menudo no manejan ni ellos mismos, aparentan una cotidianidad impostada con la que deben presentarse al votante, pero no es la que atesoran realmente. Es más o menos sencillo si se conoce el caladero de votos donde se lanza la caña: directo, ingenioso y precavido en Twitter; familiar en Facebook; ecologista, amante del deporte y de la vida sana en Instagram.

Pero los gustos musicales son otra cosa. A riesgo de que un periodista descubra el fraude en una entrevista, esa afición no se puede construir en la asesoría de campaña. No es lo mismo presentarse ante el electorado como aficionado al reguetón, con su mensaje machista la mayoría de las veces y la trompetita estridente, que como aficionado a Sufjan Stevens o a Sharon van Etten. Por eso me caen bien Levy y Morant. Si buscan en Spotify por el nombre de la nueva ministra de Ciencia, los aficionados a la buena música van a llevarse una grata sorpresa. Lo mismo para la Levy, con cuyas listas se podría emprender un placentero viaje por carretera.

Morant tiene 41 años y, por su edad, podría padecer lo que los expertos conocen como «parálisis musical», una reacción cerebral que se explica y reduce a la frase «ya no se hace música como la de antes», que en realidad significa «no has vuelto a escuchar una canción nueva desde tu despedida de soltero hace 20 años». Lejos de sufrir tal discapacidad, la lista de Diana Morant podría pincharse en Benicàssim o amenizar los entreactos del Primavera Sound: Bunbury, Sidonie, Arctic Monkeys, Iván Ferreiro, León Benavente, Arcade Fire, Lori Meyers, Maika Makovski, La Habitación Roja, Fuel Fandango, Pulp, Coque Malla... A mí esta lista me representa.

Recientemente, hemos sabido que la ministra propició en 2014 un encuentro entre el entonces aspirante a la secretaría general del PSOE, Pedro Sánchez, y el grupo valenciano La Habitación Roja, amigos de Morant y de los que el presidente del Gobierno siempre se ha declarado fan. Sánchez andaba ese año en disputa con Susana Díaz por el control del partido. A aquel encuentro con la banda valenciana acudió también el hombre que acompañó a Sánchez durante aquella road movie por la geografía española, José Luis Ábalos. En ese tiempo, Diana Morant compartía con Sánchez más los gustos musicales que los políticos, dado que la exalcaldesa de Gandia apoyaba a Susana Díaz. Curiosamente, han acabado en el mismo equipo en detrimento de Ábalos.

La única referencia musical que he encontrado en internet sobre el exministro de Fomento es su pasión por la gran artista peruana Chabuca Granda, mítica, inmensa, aunque alejada generacional y estilísticamente de la banda sonora de este nuevo Gobierno. Me da que Ábalos es de esos que mientras escucha con los ojos cerrados La flor de la canela, acaso la pieza más popular de Chabuca, se dice a sí mismo: «Ya no se hace música como la de antes».

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