Necesitamos que la sociedad perciba al payés como actor económico. Necesitamos que perciba la agricultura y la ganadería como sectores económicos. Necesitamos que se entienda que producción e industria agroalimentaria forman parte del mismo sector agroalimentario. Necesitamos que se sepa que más allá de los diversos modelos de producción y comercialización, existen explotaciones y empresas agrarias pequeñas, menos pequeñas, medianas, o menos grandes que tiran de todo un sector. Necesitamos mostrar músculo económico.

Esta semana pasada tuve cuatro reuniones muy interesantes. La primera fue la constitución de la mesa hortofrutícola; la segunda, con el sector exportador de la patata; la tercera, con el sector productor ecológico; y la cuarta, con los operadores de la algarroba. En todos los casos el debate central fue sobre la realidad económica y los retos para aumentar la viabilidad. Es una obviedad decir que el sector agroalimentario de las Illes Balears es muy modesto al lado de lo que representa en el conjunto del estado, pero yo prefiero trabajar no solo con lo que es, sino con lo que puede llegar a ser. Creo firmemente en la palanca agroalimentaria para impulsar la diversificación económica de Balears, y las personas que tiene relación con el sector lo saben y me lo recuerdan a cada instante. Me lo decía el pasado sábado el alcalde de Fornalutx que, por cierto, también es ganadero. Con el turismo que tenemos, y cada vez de mayor calidad, nuestro sector debería ir como un tiro.

Las fuentes estadísticas salen con un año de retraso. En este momento solo tenemos los datos confirmados de 2019 y algunos datos provisionales de 2020, por lo que todavía no reflejan cuál ha sido el impacto real de la covid-19, pero a la postre, me es suficiente para trasladar la idea. Veamos la producción primaria. Tenemos 10.260 explotaciones agrarias, pero solo 3.800 explotaciones justifican ingresos por encima de los 8.000 euros al año. Alrededor de 700 explotaciones producen por valor de más de 100.000 euros al año y la media está alrededor de los 25.200 euros de Producción Estándar Total. El conjunto de las explotaciones genera 7.330 unidades de trabajo agrario al año. Esto significa que no todas tienen dimensión económica suficiente para garantizar la renta de una persona. Además, la productividad del trabajo agrario es un 63% de la media nacional. El valor de toda esta producción primaria fue en 2019 de 245,3 millones de euros: 153,1 millones del sector agrario, 72,5 del sector ganadero y 19,8 por actividades complementarias. Descontados el coste de los insumos, las amortizaciones y los impuestos, la renta agraria neta fue de 115,8 millones de euros.

Veamos lo que pasa en la industria agroalimentaria. Contamos con 656 industrias agroalimentarias, lo que supone el 22% de la industria manufacturera y que crean un valor añadido al coste de los factores de 135 millones de euros al año. En general, son empresas pequeñas. El 18% no cuenta con trabajadores asalariados y un 52% tiene menos de 5 trabajadores. Pero hay un 30% que emplean más de 20 trabajadores y son industrias que tiran del sector por su tamaño y por la producción primaria que procesan. En el año 2020 lo han pasado muy mal y su facturación media cayó un 39,1% con respecto a 2019 y un 19,4% en el sector de bebidas alcohólicas, incluyendo el vino. Sin embargo, pelearon y ampliaron horizontes, porque los datos muestran que han aumentado en un 6,3% las empresas que se iniciaron en la exportación.

Quizás deberíamos pensar en articular todas estas empresas tractores del sector agrario y agroalimentario que, por diversas razones y con diversos modelos, tienen capacidad para marcar el ritmo del conjunto. No solo estoy hablando de las más grandes y con mayor facturación, sino también aquellas que, por su capacidad innovadora, o la calidad de los productos, o por su valor ambiental, aportan modelos que marcan la visión de conjunto que queremos para el futuro del sector agroalimentario de Illes Balears.