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Irene Jaume

Ayudaos, por favor

Un chico de 19 años dice, mientras ríe y recibe la complicidad del entrevistador, que no utiliza preservativo y que eyacula dentro de las chicas sin avisarlas. Lo que me impresiona, me atemoriza incluso, es que lo veo y no me alucina. De hecho, me imagino a alguna de las chicas que ha pasado por una agresión como esta porque yo –y, si eres una mujer, probablemente tú también– la he vivido. Se dice cultura de la violación, pero lo llaman «es que no me va bien con condón», o «me saca todo el morbo », o «es que me aprieta mucho», o etcétera. No es que los apriete, el condón. Lo que les aprieta es esa masculinidad tóxica que muchos se resisten a abandonar y que los hace cómplices, les guste o no, de agresiones como estas, asesinatos como el de Samuel o la violencia sistemática que sufrimos las personas que no somos hombres cis heterosexuales.

«¿Quién aprende que su papel es recibir placer a toda costa y quién aprende que tan solo debe pagar las consecuencias del sexo?». Esta pregunta la hace Katherine Angel en su libro El buen sexo mañana (Alpha Decay, 2021). La mayoría de chicos han aprendido y continúan aprendiendo hoy en día que su placer debe ser saciado a toda costa, hasta el punto de abusar de chicas y dejarlas embarazadas por el camino. Prefieren eso que exponer cierta vulnerabilidad –explicar y compartir el problema real que tienen con el condón o con lo que sea, que es lo que precisamente Angel, a su acertado ensayo, aboga por tener más en cuenta en las relaciones sexuales–. Quizá de esta manera nosotras podríamos decir que no convencidas de que nuestra negativa no se transformará en una escena violenta (por eso muchas veces nos ahorramos el no, no porque estemos consintiendo), sino en haber entendido que se puede lidiar con el rechazo y mostrar sufrimiento, dolor o delicadeza a la persona con quien estás intimando. Yo solo espero que os ayudéis entre vosotros, hombres cis heterosexuales, porque al resto no nos quedan muchas más ideas para haceros entender que nos va la vida y el peligro de estancarnos en posturas y actitudes insalvables.

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