Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Elena González

Estudiantes en el zulo

Que no, que sus niños no están «secuestrados». Están ‘disfrutando’ de una estancia, forzosa pero costeada a escote por los contribuyentes baleares, en un hotel de cuatro estrellas y si se les ‘tortura’ con algo, es con la comida de hospital, pero no más que a cualquier paciente de la sanidad pública. El Govern balear ha hecho única, y tardíamente, lo que debía. Aislar a los positivos de covid y los sospechosos, porque es muy feo eso de que Mallorca ‘exporte’ contagios a la península y más después de que el macrobrote de los pipiolos haya dejado ya a miles de personas en cuarentena por todo el país. Con los residentes como «daños colaterales». Porque somos nosotros quienes pagamos, literal y metafóricamente, la penitencia por la «alegría desenfrenada por beber» de sus retoños con la prolongación de las restricciones y el canguelo por si los mercados turísticos toman nota y nos vuelve a repuntar el paro. Los padres tienen motivos para denunciar, claro que sí, pero no el confinamiento, sino a las empresas que garantizaron la seguridad del viaje y ofrecieron diversiones masivas, con alcohol y sin controles. A las autoridades, que más que impedir sus macrobotellones los aislaron para evitar que ‘infectaran’ la isla. Y también a los muchos que hoy linchan a unos adolescentes que esencialmente se han comportado como tales ante la dejación de funciones de quienes, fuera de casa, tenían la obligación de cuidarlos, incluso si era de sí mismos.

Compartir el artículo

stats