Después de largos meses en los que ha sido obligatorio el uso de este elemento protector en todos los espacios públicos, los visitantes y ciudadanos residentes en Balears estamos disfrutando del primer fin de semana sin portar mascarilla al aire libre, aunque sigue siendo necesaria en los interiores. La plasmación de este avance sanitario coincide con otra buena noticia, el gobierno de Boris Johnson ha puesto en color verde el semáforo con destino a Balears y los turistas británicos pueden comenzar a llegar como si nada hubiera pasado.

Pero al mismo tiempo se acaban de producir otros hechos paralelos, de signo adverso, que deben ser confrontados con los anteriores para tener una visión lo más amplia y ajustada posible de la realidad y actuar en consecuencia.

Un concierto de reggaeton en la plaza de toros de Palma, botellones en distintos puntos de la islas y otras fiestas en barcos y hoteles se han convertido en focos de contagio de la covid-19 que después se han expandido rápidamente por la península porque sus protagonistas eran, en gran medida, jóvenes en viaje de estudios a Balears.

No deja ser una incongruencia, por otro lado, que en Ciutadella se restrinjan al máximo las fiestas de Sant Joan para evitar aglomeraciones y que después jóvenes mallorquines y catalanes acaben invadiendo el Pla de ciudad para convertirlo en un macrobotellón que, en cuanto a contagios, no presagia nada bueno para los próximos días.

Todas estas circustancias no hacen más que confirmar dos cosas. Una, que con la vacunación se ha avanzado de forma determinante en el control de la pandemia y otra, que permanece un alto riesgo de contagio del que un sector considerable de la ciudadanía, sobre todo entre la población joven, no parece ser consciente. En consecuencia, volvemos a estar ante unos días cruciales, tanto en lo sanitario como en lo económico, en los que será necesario, otra vez, echar mano de la prudencia y el control. Visto lo ocurrido en las últimas jornadas, la preocupación que se denota entre algunos sectores empresariales y las autoridades sanitarias, está justificada. También lo están las llamadas a la responsabilidad de los ciudadanos.

Los hoteles incrementan el número de aperturas de establecimientos porque las demandas de plazas se disparan, Eivissa recuperó su ocio nocturno el viernes y Mallorca lo hizo anoche. No se pueden perder de vista los referentes de Portugal o de Israel, países en los que ha sido necesario volver a confinamientos localizados o recuperar el uso de la mascarilla al aire libre.

La cautela y la prevención deberán permanecer al máximo porque en los próximos días se abren nuevos frentes de atención por posibilidad de repuntes. El jueves la terminal A de Son Sant Joan empezará a recibir a miles de británicos que podrán entrar sin necesidad de un control sanitario que sigue vigente para los alemanes, circunstancia que ha creado preocupación entre los hoteleros dependientes del mercado germano. Las reservas procedentes de este país se han disparado hasta el 3.000% en apenas 24 horas y solo para julio. Será un movimiento humano prácticamente imposible de controlar mientras la variante Delta de la covid permanece muy activa. La responsabilidad personal de cada uno se vuelve crucial para que la pandemia siga avanzando hacia su control definitivo.