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Elena Pajares

El Luisvi

Hace poco mi hija me enseñó un vídeo, después de avisarme de que podía herir mi sensibilidad, en el que una madre premiaba a su hija con un regalo. La hija se ponía a llorar de los nervios y de la emoción de no saber qué podía ser el regalito (así lo llamaba la madre), y finalmente frente a la cámara en riguroso directo le desvelaba el premio por haber sacado tan buenas notas: Su primer Luisvi. Para los que nacimos en la otra orilla del río, se refería a un bolso. Hasta ahí, pues mira, si le quiere dar a su hija un capricho desproporcionado, ostentoso, y para mi gusto, impropio de su edad, es muy libre de hacerlo. Ya le enseñará la vida a su hija otra clase de Luisvis.

A los pocos días, se llenaron las redes con reacciones a la payasada de esta buena mujer, a pesar de que ella lo había hecho en serio. Me parece normal el eco que ha tenido, e incluso yo me metí en su Instagram a cotillear quién demonios va por ahí llamando Luisvis a los bolsos de Louis Vuitton, regalándolos como si fueran pipas. Ten en cuenta este dato: el regalo no era ‘el’ Luisvi, sino ‘tu primer’ Liusvi. Que piensa comprarle más de uno.

Usando la lógica aplastante de mi madre, me acuerdo de cuando alguien preguntaba qué iba a recibir por aprobar tal o cual examen, y nos preguntaba si para ella había premio cada vez que hacía la comida o nos lavaba la ropa.

Sin embargo, por lo que te escribo no es por eso. En realidad, te digo que me da igual lo que esta chica le quiera comprar a su hija con su dinero. Que lo disfrute. Lo grave, para mí, es que exhiba a su hija, a traición, mostrándola llorosa y temblando de nervios frente al universo. Y que, para provocar esa reacción de emoción y nervios en su hija busque algo suficientemente gordo, sólo con tal de tener seguidores. Brutal me parece.

Pensando maliciosamente, me pregunto si el vídeo que hemos visto fue realmente la primera reacción de la hija, y los lloros fueron algo natural. O si al montarse en el coche la hija, después de su examen, en vez de estar cándidamente atenta al reclamo de la madre, le pidió que le diera de una vez el móvil por si tenía mensajes y tuvieron allí mismo cuatro gritos, y lo que nos vende la Pajares (sí, se llama como yo) es que son uña y carne, que como madre no puede estar más orgullosa y blablabla.

Bueno, tampoco hay que pensar mal. Es posible que la hija realmente sea maravillosa, y que la madre quiera premiarla. Pero que al ir a grabarlo todo, el móvil se les caiga y tengan que volver a empezar. En otras palabras: ¿es real todo lo que vemos en las redes? Otra cosa: ¿graba también cuando se cabrea con la hija si no se hace la cama o deja todo hecho un desastre?

El mito de la caverna, que decía Antonio: no se sabe si lo que vemos es la realidad o su reflejo distorsionado.

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