Que vivimos en una época convulsa es un hecho. Hemos sufrido una pandemia mundial, aún activa y que ha trastocado los cimientos de todo aquello que dábamos por sentado. Ha cambiado la forma de relacionarnos, la forma de trabajar, la forma de pensar. Proteger la salud y salvar vidas era lo urgente, pero ha conllevado sacrificar el mundo laboral y económico. Muchísimas empresas y empleos no han podido resistir la embestida.

Existe la leyenda urbana de que la palabra crisis en chino significa oportunidad. Realmente, una traducción menos interpretativa y más literal de la palabra wēijīsería ‘punto crucial’ o ‘punto crítico’. Y ahí es donde estamos en Mallorca ahora mismo. Mucho se ha criticado el modelo económico prepandemia. Nuestra gran dependencia del turismo tuvo sus ventajas, como el desarrollo vivido en sólo unas décadas, pero lo que hasta hace poco era impensable en el marco de la UE, el cierre de fronteras, ocurrió, y la economía de Mallorca ha sufrido muchísimo debido a su no diversificación.

Ahora vemos los esfuerzos de los gobiernos de uno y otro color por recuperar la economía, por volver a la situación en la que estábamos a principios de 2020. Y es aquí donde encontramos nuestro punto crítico. ¿Queremos realmente volver allí? ¿Podemos? ¿Estamos analizando los problemas y encontrando soluciones? ¿Existe una coordinación real entre Administraciones y entre ellas y el sector privado? ¿Qué trabas estamos poniendo a la emprendeduría?

Queremos vender Mallorca como destino seguro y sostenible, como el paraíso al que venir, en el que invertir, en el que quedarse. Y de hecho hay buenas perspectivas en el turismo alemán y esperemos que en breve en el británico. A mitad de junio, un estudio del BBVA aseguraba que la economía de Balears ha puesto velocidad de crucero...pero, ¿hacía dónde?

Atraer otro tipo de inversiones, abrirnos como isla a una economía basada en otro modelo, es lo que debemos plantearnos como sociedad. Podríamos, por ejemplo, empezar por enfocarnos hacia el turismo nómada, personas que para generar riqueza y mover la economía solo necesitan un portátil, una buena conexión y una oferta atractiva.

Pero en todo este proceso de crear una nueva Mallorca debemos tener en cuenta dos cuestiones fundamentales. La primera, que existen otros condicionantes externos contra los que luchar si queremos atraer inversión. En otros países bajan impuestos, pero no así en España, lo que nos sitúa en una clara desventaja respecto a nuestros competidores. Y la segunda, que el diablo está a veces en los detalles. La Fundación Mallorca Turismo hace un trabajo impresionante, pero la web mallorcasafetourism.com, con un nombre claramente inglés, ofrece contenidos en castellano y alemán, pero aún no en inglés. Éste es el tipo de detalles, de contradicciones, que nos perjudican, que nos restan calidad como destino y que debemos tener en cuenta si queremos aprovechar este ‘punto crítico’ para sentar las bases de una economía más diversificada y, por tanto, sostenible.

Pensemos, ¿cómo queremos que sea la nueva Mallorca y qué estamos haciendo para conseguirlo?