Las contradicciones de la Unión Europea en materia de pesca son, como mínimo, preocupantes. Peligrosas para el sector pesquero profesional del Mediterráneo, abocado al descalabro económico y social de persistir en su actitud intransigente.

Todos los ciudadanos conocen la movilización del pasado día cuatro de junio que llevó a la paralización en puerto de la flota pesquera profesional. No solo de Balears, los pescadores de todo el Mediterráneo español y francés dejaron sus barcos amarrados en puerto ese día en protesta por las políticas de la Comisión.

Esto se lo cuenta alguien que es un convencido europeísta, pero no de esta Europa de los grandilocuentes discursos, muy atractivos mediáticamente, pero con oscuros intereses. Que son menos visibles para el común de los ciudadanos, pero que todos intuimos.

Teniendo presente que la UE ostenta las competencias exclusivas en pesca, las decisiones que esta tomando, bajo la cobertura de la sostenibilidad de los recursos en el Mediterráneo, están abocando a la rápida desaparición del sector en un futuro inmediato, con lo que nos encontramos con la paradoja de que cuando ellos (la UE) considere que están bien, ya no habrá quien pesque.

Desde principios de 2020 está en vigor en el Mediterráneo Occidental un Plan de Gestión para las especies demersales (las que tienen su hábitat en el fondo marino) que afecta a las flotas de arrastre de Italia, Francia y España ubicadas en la zona que abarca desde el Estrecho de Gibraltar a Sicilia. Este W-Med MAP (por sus siglas en inglés, Western Mediterranean Demersal Fisheries Multi Annual Plan) está pensado (según la UE) para que en 2025 se alcancen los niveles de Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) en la gestión de recursos pesqueros de algunas especies comerciales concretas calificadas como sobrexplotadas, especialmente la merluza, cuyo nivel es verdaderamente preocupante, no así el resto, que están muy cerca del nivel de sostenibilidad o en él. Todo ello a pesar de la falta de evaluaciones actualizadas que reflejen la incidencia en los recursos de las muchas medidas de reducción de esfuerzo pesquero tomadas, básicamente a costa de la flota profesional de arrastre. En realidad, lo que pretende es eliminar este sector de pesca.

Para ello, el Plan prevé una reducción de esfuerzo (reducción de los días anuales de pesca) de hasta un 40% si fuera preciso del 2020 al 2025 del que ya tiene -en teoría- aplicado un 17,5% entre 2020 y 2021, pero que en realidad llega a un casi 23%, puesto que el Estado español, además del 17,5%, se reserva un 5% de días de pesca adicional cada año «por lo qué pudiera ser».

Y todo ello con el convencimiento de muchos científicos (cada vez más) e Instituciones europeas (eurodiputados, gobiernos nacionales, sindicatos y patronales europeos), de que el objetivo de RMS para 2025 es inviable en la práctica por ser un plazo muy corto y que la Comisión Europea pretende un imposible ha sabiendas de ello y del daño que ocasionara (está ocasionando) al sector. Todo ello por el empecinamiento personal del Comisario de Pesca, el señor Virginijus Sinkevičius, que ha iniciado una «cruzada» particular contra el arte de arrastre.

Hace cuatro años les avisaba de que Nos quedamos sin pescado fresco (Diario de Mallorca, 16/07/2017) .

Pues eso, aquí lo tenemos.

En breve les daré más detalles.