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Marta Torres

La violencia machista se ríe de nosotras

La violencia machista corre más que nosotras. Es más rápida. Más efectiva. Más letal. Hace décadas que la perseguimos. Pero corre más. Y es líquida. Se filtra por cualquier grieta que no esté blindada. Por microscópica que sea. Se cuela en las casas, en los móviles, en los armarios, en las amigas, en las maletas, en las cuentas bancarias, en el ocio, en los sueños, los proyectos de futuro, los hijos, las vacaciones y en las habitaciones de hotel.

No hay lugar al que no consiga llegar. Se ríe de nosotras. De las leyes, de las actuaciones policiales, de las órdenes de protección, de los programas de prevención, de las terapias rehabilitadoras (sic), del ministerio de Igualdad, de las pulseras de alejamiento, de los minutos de silencio, de las declaraciones institucionales, del 25 de noviembre... La violencia machista observa todo eso y se descojona. Sabe que corre más. Que es líquida. Y que sus acciones no tienen vuelta atrás. No se puede resucitar a una mujer asesinada. Los niños sacrificados no podrán volver a sonreír ni a jugar con sus amigos. Nunca se compondrán las vidas rotas de quienes querían a las víctimas.

La violencia machista sabe que el castigo, si es que llega, no le hará ni cosquillas. La violencia machista se ríe de nosotras.

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