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Jose Jaume

Desde el siglo XX | España en situación límite: ganas de juerga y terrazas llenas

De creernos a quienes sentencian que hemos entrado en el período final, en el preludio de precipitarnos por el despeñadero, deberemos colegir que somos inconscientes

Una abarrotada terraza de un bar en el centro de Madrid.

La derecha comunica a la ciudadanía, por boca de sus connotados líderes, que España, dada la inacción, negligencia culpable, de su Gobierno, se halla en estado cadavérico, «en situación límite», exclama Pablo Casado, que con sus constantes excesos parece caricatura de sí mismo, en caso de que no sea caricatura de una caricatura. Cómo conciliar habérnoslas con situarnos al borde del abismo, de estar en el horizonte de sucesos de agujero negro del que no podemos escapar, al tiempo que corremos juergas que están a nuestro alcance, llenamos terrazas, abominamos, con razón, de quienes todavía nos imponen absurdos y autoritarios toques de queda, amparados en no menos arbitrarias resoluciones judiciales, y anticipamos verano con otra vez arribada masiva de turistas. Hallarse en situación límite es realidad que no se da en las Españas. Entendamos las enormes prisas que atosigan al PP para nuevamente intentar tumbar al Gobierno después de asistir a la fenomenal paliza que ha padecido en Madrid a manos de Isabel Díaz Ayuso. Dar por desarbolado, rendido, al Ejecutivo es excesivo. No es ni táctica ni estratégicamente inteligente. El PP, alentado por los sondeos que a rebufo del triunfo madrileño le sitúan por delante del PSOE, amplificados por los medios amigos, que en la capital del Reino son casi todos, comulga con la fe del carbonero con que el denominado cambio de ciclo se ha consumado haciéndose irreversible. Tal parece que Pablo Casado, la dirigencia del partido de la derecha, liquidado, además, Ciudadanos, se ha inyectado abundante sobredosis de ayusina. Prueba de ello es la decisión de seguir bloqueando la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) hasta no se sabe cuándo. El PP comportándose como partido antisistema. Sabido es que cuando la derecha no gobierna concluye que cualquier desestabilización se hace válida para tumbar a quien considera que ha usurpado el poder; es axioma que ejercerlo le corresponde por designio divino. En esas estamos: España en situación límite proclama Casado. Que se hunda. El PP sabrá rescatarla. Un clásico.

Predecir qué acontecerá en los tiempos venideros es temeridad: vivimos en período gaseoso, los cambios se suceden a velocidades nunca vistas en la historia moderna. No hay precedentes de mutaciones tan drásticas como las que nos zarandean. Lo del cambio de rasante anunciado por Casado ni siquiera vale como reclamo para los que no lo requieren por estar convencidos de antemano. Tampoco hay que tomar ni a beneficio de inventario la afirmación que en su día hizo Pablo Iglesias, presto a ser rápidamente olvidado hasta por los suyos, de que la derecha penaría años en la oposición. Cuando las certezas son inexistentes mejor tentarse la ropa antes de enunciar desatinos.

Las previsiones establecen un relato que, de cumplirse, transmutará a quien ha aventado catástrofes sin cuento en ave de mal agüero: la vacunación empieza a acorralar al virus, los organismos internacionales estiman que habrá rápido y contundente crecimiento económico. Las elecciones generales que reclama la derecha dando por finiquitada la legislatura es previsible (?) que lleguen o a finales de 2022 o en 2023. Dónde estará entonces la situación límite. Habremos caído en los abismos o volaremos con sostenida velocidad de escape. El aforismo latino Vae victis (¡Ay de los vencidos!) al solventarse la enorme trifulca política en la que está inmersa España le será aplicado a algunos. Pedro Sánchez ha exhibido consistente capacidad de aguante. Ha renacido hallándose en fallo multiorgánico. Dado por muerto. Puede suceder que Pablo Casado se quede en patética caricatura de sí mismo. En lo que nunca ha dejado de ser. Y con todo ello los independentistas catalanes se disponen a seguir atizándose constituyendo su nueva coalición. Hay situaciones que no tienen remedio.

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